La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile
La intensidad del acontecimiento. 54 1 Josette Féral: “La performance y los ‘media’: la utilización de la imagen”, en Estudios sobre performance (varios autores), Centro Andaluz del Teatro, Junta de Andalucía, Barcelona, 1993, pp. 209-210. Josette Féral señala la “confrontación con el público” como uno de los elementos más decisivos de la performance en la actualidad, especialmente ahora que otros atributos de la performance parecen ya haberse extendido a artes tales como el teatro la danza, la poesía, o incluso la música. Esto podría implicar para algunos la exigencia de reinscribir a la performance en el principio de la relación arte/vida, exigencia que, como se sabe, caracterizó a las primeras vanguardias del siglo XX. No estoy muy seguro de que la “exigencia” de una tal relación impida en la actualidad el ingreso de la performance en la “cultura show” a la que nos hemos habituado. Ahora bien, señala Féral: “la performance no tiene ningún referente exterior, más allá del proceso que ella misma engendra y graba. Es, antes que nada, operación, mecanismo, proceso puesto en avanzadilla por el sujeto para lograr su propia disolución en la alteridad de la materia, de la máquina, del sonido o de la imagen. Cuando la experiencia ha triunfado, las fronteras del sujeto se hacen permeables, porosas, permitiendo una experiencia de los límites” 1 . ¿Realiza acaso de esta manera el principio moderno de la autonomía del arte? Creo que en el caso de la performance aquella exigencia sólo se entiende si se considera que ésta emancipa al cuerpo de su representación pero sin abandonarla: exhibe un cuerpo cuya emergencia consiste en poner en cuestión las formas instituidas de representación. Esto nos impone atribuir a la performance un carácter esencialmente político. La performance supone la previa “desaparición” del cuerpo en la representación, cuando los códigos y hábitos de comprensión de la realidad operan un allanamiento sin reservas de lo “Real”. El cuerpo desaparece allí en donde la representación se ofrece como el transparente soporte de su disponibilidad. Entonces, el lugar de operación de la performance es la representación , siempre. Porque la “experiencia” de lo Real en el arte no puede tener lugar si no es al modo de una distorsión, una alteración o un desencuentro en la representación. En este sentido la performance trae siempre, aunque sea por un instante, la experiencia interna de un desconcierto , no debido a que en determinado instante se presente un contenido o idea diferente a lo que esperábamos, sino porque nos detiene en el proceso material de significación. Esta captura implica siempre un tipo de violencia.
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