La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile

La intensidad del acontecimiento. 52 sino en generar materialmente un acto de demorada comprensión), que nace de la temporalidad del acontecimiento, pone en cuestión -sin suprimirla- la distancia entre la materialidad significante del signo y la idealidad de su significado. Dada su constitutiva diferencia interna, el signo “protege” al sujeto respecto a la fuerza de la significación. Es decir, el ingreso de lo Real en la condición de signo hace posible la traducción que restituye una y otra vez el orden del mundo, pues los signos no remiten nunca a una realidad “en sí misma”, sino en cuanto que su objeto participe también de la condición de signo. Así, el lenguaje no ingresa efectivamente en el mundo sin que éste ingrese en el lenguaje (volveremos brevemente sobre este punto). Podría decirse que, en su función habitual, los signos protegen al sujeto del no- mundo. La pantalla de esa protección es la representación . Esta es la paradoja que ha acompañado al arte, a saber, que la representación en el arte da a comprender la realidad en la distancia que la estetiza. Luego, reflexiona el arte sus condiciones de producción desde la lucidez crítica, que quiere minar los límites de la representación desde los cuales el arte se piensa, se produce, circula y se vende. Entonces, extremando este movimiento que se orienta hacia el desborde de la pura reflexión formal, encontramos el arte de la performance, particularmente aquella que intenta conducirse hacia los límites, no sólo para “transgredirlos” (cosa que formalmente siempre se refiere a los límites del género de creación en cada caso), sino para realizar “otro modo” de la significación. En la dimensión de la performance que aquí nos interesa reflexionar, el cuerpo produce significación precisamente a partir del momento en que comienza a alterar los límites (los hábitos) de comprensión del sujeto. Se trata, pues, de una significación que se realiza al haber minado la mediación, suprimiendo así el germen de universalidad que tiene lugar en la significación (esa universalidad que permite comprender lo singular como siendo el “caso particular” de una norma o de un concepto, o incluso como una excepción a éstos). La performance detiene al espectador ante el cuerpo, captura reflexivamente su atención y ahora las expectativas del sujeto no se proyectan hacia el pleno cumplimiento de una “simbolización”, esto es, no se espera al cabo una sustitución que reestablezca la señal hacia una realidad previamente disponible a

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