La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile

151 los tiempos. Esta aparente contradicción con nuestro Teatro-Performance de exilio, se erigía como una hermenéutica cuyas autoridades de nuestra época eran el receptáculo de un orden político-social polisémico que estaba inserto en un mundo interrelacionado. El rito al que nosotros mirábamos era aquel que tenía su Mito Fundador en el “ordenamiento del quehacer” del perverso castigo del Exilio, rito que como todos implica salvación dentro de una religiosidad popular que obedece a un poder que se proclama sagrado, salvador. El rito lo analizamos en su anverso, es decir desde el punto de vista de los excluidos de las víctimas de aquel “otro” rito y que son la carne del banquete oficial o las ofrendas a los dioses que veían perturbado “el ordenamiento de su quehacer”. Todo rito se compone de víctimas y victimarios. Nosotros sobrevivientes lo investigamos y lo aplicamos desde el punto de vista de los derrotados. En el distanciamiento tratamos de introducirnos en el inconsciente de nuestros recuerdos y deseos, logrando afirmar que toda conducta humana al tratar de alcanzar sus objetivos guiados por los “automatismos culturales” y no lograrlo, acude a alguna solemnidad reglamentada que facilite el camino para acceder a sus propósitos. A nosotros nos había tocado la derrota y nuestro rito consistiría en hacer ver esa derrota para que aquellos que nacieran cuando nosotros hubiésemos muerto, pudiesen ver nuestros errores para que no los cometiesen; nuestro rito tendría más una función social o mejor dicho pondría énfasis en una función artística. Nuestro rito sería el de los vencidos, para salvarnos del tirano y de nosotros mismos. La gran comunidad sería en este específico caso el microcosmos de la Compagie des Arts Exilio y la tradición sería el estudio, los ensayos y la constante insatisfacción. Toda justicia tiene desde inmemoriales tiempos las piernas amputadas, por eso le cuesta muchísimo llegar. “Durante 866 años, bajo 34 Emperadores, la dinastía Tcheo había gobernado el Imperio. Cuando el Emperador Ou-Wang, inaugurando la dinastía asumió el Poder Supremo, los hijos del Señor de Kou-Tchou, I e Tsi, no queriendo reconocer el nuevo gobierno que juzgaran ilegal, se retiraron a las montañas. Sus consciencias dicen Alberto Kurapel

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