La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile
123 Gonzalo Rabanal convertir todo el sentido de lo que se hace en el fundamento de la acción como puro destello glorificado. La dominación de la trascendencia contiene también la idea de pura ganancia (como superación) o superioridad. En la práctica filosófica occidental, la trascendencia admite un «más allá» como punto de referencia. Trascender representa una actividad, que da paso desde un «dentro» a un «fuera», con el objeto de superar lo palpable, lo real. Frente a este dominio ideológico la performance proyecta el cuerpo trasladando un conjunto de informaciones bajo la contingencia de resistencias inmanentes. Desde este campo, la inmanencia es la presencia y experiencia personal de un cuerpo. La inmanencia es aquella reflexión que no se permite actuar más allá, ni traducir, ni retener. Es un acto urgente de una existencia que no permanece, no espera, porque que no ha sido sospechada. Es una potencia siempre por comparecer, es un entorno que urge en su deseo, en su sentido. Inmanencia es la mutación de la presencia que procede sin dios, sin auxilio, sin defensa, sin prohibición, autorización, credenciales o aprobaciones, porque los actos del performance se sitúan en el flujo del acontecer. Su constructo es la presentación de una procedencia directa, principio que encarna la imaginación posible para una naturaleza in presenttia referenciado a Saussure. Es una elaboración de un atisbo aún no deliberado, es una iniciativa de una contigüidad y un trayecto en acción. Si las trascendencias expresan atributos, las inmanencias dicen resistencias, que participan de lo que se alcanzará en un ir y un venir, para precisar lo que todavía no es. La inmanencia se une con lo no permitido. La trascendencia se adueña de todo lo que alcanza. Los acontecimientos inmanentes de la performance se preocupan de su imaginar, para acontecer en potencia. Intensidades que se hacen escuchar porque insisten en el tiempo y el espacio, el aquí y el ahora, para persistir e irrumpir en el cuerpos y los cuerpos. La inmanencia desafía lo que es el universo, posee y afronta el momento, el mundo, lo real, lo que vivimos en la experiencia, dejando atrás lo eminente, ese asunto, sobre si hay algo más allá de la cosa.
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