La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile
113 “ Lo esencial de la performance no es en absoluto lo que se representa en ella, sino el mecanismo que ella pone en marcha y que autoriza. En este sentido, es posible decir que la performance no tiene ningún referente exterior, más allá del proceso que ella misma engendra y graba. Es, antes que nada, operación, mecanismo, proceso puesto en avanzadilla por el sujeto para lograr su propia disolución en la alteridad de la materia, de la maquina, del sonido o de la imagen. Cuando la experiencia ha triunfado, las fronteras del sujeto se hacen permeables, porosas, permitiendo una experiencia de los límites ” 8 El arte de producir una experiencia alcanza en la performance un núcleo no sólo de intelección, sino un espacio de recuperación vital para la matriz sensible del sujeto. En este sentido, la performance es una crítica a la separación de la experiencia naturalizada por el dispositivo hegemónico de la representación. Ahora bien, si la performance trabaja sobre el límite lo hace desde la condición corporal inherente a todo sujeto. Por consiguiente, el arte de performance puede ser considerado como el soporte dérmico del arte: una gramática de las fuerzas y los órganos. Respecto a ello, la performance como tecnología de los procedimientos opera siempre con la fuerza de trabajo: condición de existencia de todo cuerpo posible. Extremando el argumento, podríamos sostener que la performance puede ser ubicada en el centro de la producción artística, sólo si comprendemos que la condición de posibilidad de toda forma de arte pasa por un cuerpo que la produce, un gasto de fuerza que se coagula en la obra. No obstante ello, la operación de la performance pasa por resistir al coagulo que se cristaliza en la obra de arte. Es más, el carácter de la performance como arte de acción no es tan sólo la deconstrucción del sujeto, sino también la deconstrucción de la obra hacia su condición de proceso. Cabe destacar a modo de crítica, que por el hecho de que la performance tenga al cuerpo como un objeto fundamental de su trabajo, hace mucho que ya no es garantía de que ello sea por sí mismo subversivo. A este respecto, el coeficiente subversivo que pudiese portar la performance, no sería otro que su tendencia crítica hacia la disolución del sujeto en la experiencia de la obra. Entonces, como hemos considerado al cuerpo como el territorio fundamental del agenciamiento político de las fuerzas, podemos sostener que cada performance replica de algún modo la pregunta de Spinoza: ¿qué es lo que puede un cuerpo? César Vargas
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