La intensidad del acontecimiento: escrituras y relatos en torno a la performance en Chile

La intensidad del acontecimiento. 108 ocupe el lugar de la trascendencia. En este desarrollo, por decirlo de algún modo, el sujeto siempre ocupa el lugar de la pregunta mientras la respuesta o, lugar de llegada, pasa siempre por la omisión de sus condiciones materiales de existencia. En este sentido, la inversión a la que referimos pasa por considerar el sujeto como el producto político de las condiciones materiales de existencia. Son las prácticas levantadas sobre la separación entre la conciencia y el cuerpo las que realmente modulan la vida concreta de los individuos. Por ello, apostamos por una analítica materialista, pues sólo con ella podemos comprender al sujeto como el producto ideológico y material de las condiciones económicas de existencia. El sujeto no preexiste a las condiciones materiales de su existencia, es más, es el producto concreto de esas condiciones materiales. Entonces, la analítica materialista del procedimiento de performance, tiene por objeto de reflexión las prácticas y modulaciones por la cuales se deviene sujeto. Bajo esta regla de dirección, llegamos al sujeto no por el discurso sobre la metafísica de la subjetividad, sino por las prácticas de subjetivación. Un aspecto que no podemos dejar de mencionar en el desarrollo teórico de esta propuesta de análisis es, sin duda, la consideración política del concepto de disciplina en la que está envuelto el procedimiento de performance. A este respecto, la performance -como disciplina artística- ocupa el espacio autocrítico del concepto mismo por el cual se inscribe como una praxis legitima en el mundo del arte. Expliquemos en qué consiste esta relación autocrítica de la performance en tanto disciplina. Por una parte, la performance como disciplina es una práctica artística integrada al mundo del arte; sin embargo, desde un modelo autocrítico puede ser considerada como una praxis que problematiza precisamente el poder político del concepto de disciplina. Claramente nos referimos en este segundo momento al concepto de disciplina como un procedimiento de poder sobre los cuerpos. Este poder disciplinar es una tecnología política sobre el cuerpo, y funciona administrando sus fuerzas y controlando sus niveles de resistencia. Entonces, y en estricto rigor, lo que problematiza la performance no es tanto la disciplina, sino más bien el poder disciplinar. Sin embargo, no hay disciplina sin un ejercicio de poder y una administración técnica de saber. Incluso la disciplina como corpus de conocimiento implica un sustrato técnico y espacial en la vida de los sujetos,

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