Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

97 acerca un pájaro. Se acerca sobrevolando en círculos, de pronto se avienta y planea hacia acá. Me apronto y saco mi teléfono, comienzo a grabarlo mientras se acerca. Es un zopilote negro hermoso y grande, su sombra se hace justo sobre mí y al otro lado el sol hace énfasis en sus formas largas. Su paso a escasos metros de mí no dura más de tres segundos. Alcancé a grabar su vuelo. Este día ya me dio su regalo. Turn off Se apagó el piloto automático. Los días se han vuelto espesos, las horas se han deformado, las personas nos hemos reducido aún más a avatares, nos hemos vuelto esa distancia entre el recordar y un ícono, una imagen, un sonido en una pantalla. La introspección es el ritual más cotidiano, se ha vuelto un maestro duro y severo, también a ratos la zona más cálida y segura. La palabra ‘futuro’ es la incertidumbre más cercana, y hemos aprendido a abrazarla poco a poco, con desconfianza, con esperanza, o tal vez con el verdadero y más sencillo significado que tiene: una ficción de la esperanza. Nada es como antes, y no podemos hablar de un después. Estás sentado, sentada con tu taza de té, sintiendo el sol, o escribiendo un texto sobre qué se siente estar vivo en el día X desde que todo esto comenzó, estando simplemente vivo, desde que todo esto comenzó. Eres afortunado, afortunada, tienes lo más preciado que cualquier persona podría tener: un día más para tomar un té, saborear tu desayuno, mirar el cielo, saberte frágil, hacerte presente, agradecer; recordar un rato de qué se trata la vida.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=