Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

9 En la noche de ayer, mientras hojeaba un libro antes de dormir, sobre el techo una araña trazaba su camino. Pensé que podía caer sobre una página y orientar la lectura de una palabra, luego de una línea, y seguir así línea por línea, o quizás formar ella misma sus propias frases. Eso no pasó. La escena no tuvo otro desenlace que el querer dejar la araña en paz para retomar el libro y al ya no poder darle hilo a la lectura, apagar la luz, dormir, como la noche anterior. La araña, sin embargo, así como el giro de una frase que no podemos entender en medio de una lectura nocturna, compuso por su aparición un detalle, situó una fractura del sentido. Un detalle no está en todas partes, pero puede estar en cualquier lugar. Se produce ahí donde no se espera, donde algo se exceptúa y opera un descubrimiento aleatorio. En una pintura puede ser la presencia de una materia pictural heterogénea, una mancha de luz afirmándose ahí donde la mirada buscaba una fábula, un sujeto. Sobre una superficie algo hace intrusión, no desde las causas sino desde un arte implícito de conexiones y divergencias. El detalle se esfuerza por dar una compostura en una nueva forma del tiempo, por insignificante que sea: principio de relación y principio de distinción. Es una tarea difícil. Se expresa en bifurcaciones, como forma de relación en la diferencia, o forma de consistencia de una multiplicidad librándose a un juego de empalmes difíciles de jerarquizar. Cuando en un empalme algo encuentra o descubre algo, pasa que las relaciones se componen formando algo más potente, o pasa que una parte descompone la otra, destruyendo la cohesión. Pero siempre pasa algo en el carácter fundamentalmente relacional de las formas. Y cada vez el detalle sobrepasa lo que sabemos de él, excede cada una de las condiciones de nuestro conocimiento, es algo que simplemente pasa . No excede como más allá o como interioridad, sino como un encuentro que llama un desdoble, entre distintos regímenes, armando una nueva composición de relaciones. La relación es buena cuando corresponde con nosotros, cuando su potencia compone y aumenta la nuestra, es triste cuando amenaza nuestra coherencia, cuando descompone nuestra propia disposición a la relación. “Toda materia extranjera es buena”, decía Canguilhem, y esto que es bueno no es por cierto el Bien, pero sigamos. Del buen encuentro cada vez, singularmente, una trayectoria se levanta, como se dice del viento que se levanta, y se le nombra provisoriamente a la tercera persona. Para darle sitio es necesario agujerear las superficies, hacer espacio. Si el diablo se esconde en los detalles, éstos no se esconden en ninguna parte esperando su revelación; pasan en la superficie, sin causas finales. Habitan simplemente en las junturas de planos distintos. Es por eso que un detalle se produce ahí donde se levanta un espacio en común. Araña, fractura Alfonso Vilches Cesante

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