Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
84 Esta incertidumbre del presente nos arroja, creo, en forma inevitable al pasado, a nuestra propia historia, a pensar en ella de un modo no cronológico, mas bien estratificado, como si se tratara de un viaje al centro de la tierra. Recuerdo los grabados del libro Mundus Subterraneus (1665) del sabio alemán Athanasius Kircher. Sus imágenes de masas ígneas llamadas pirofilacios, de ríos y depósitos de agua subterránea o hidrofilacios, que registraban la fábrica interior de la Tierra y también el paso de seres imaginarios. Como en una verdadera historia de fantasmas para adultos (así llamaba el historiador del arte Aby Warburg a su atlante de la memoria o Mnemosyne), la combinatoria de saberes sintetizados en sus imágenes, iba diluyendo las fronteras entre la naturaleza interna y externa, descubriendo bajo la superficie las cualidades ocultas de las cosas. Los sueños nocturnos me acompañan en ese itinerario, se hacen más lúcidos y cobran una realidad más intensa en mi cuerpo y en la memoria afectiva/colectiva que vive en él. En uno de mis sueños, estoy desnuda frente a un espejo, oprimo mi pecho con un objeto duro y helado, se trata de un revolver que apunta directo al corazón. Es muy viva la sensación de asombro y también de determinación. Como si algo más fuerte que mi miedo gobernara esa decisión radical. En la mañana me despierto con una sensación rarísima, entre serena y dramática, similar a la de un estoico que decide envenenarse ante su irreversible derrota política y personal. Un acto de liberación o la experiencia de autodeterminación en su versión más extrema.
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