Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

83 Pensar en esta pandemia se convierte en una neblina pesada como dice la escritora argentina Mariana Enríquez. Las imágenes y las voces se suceden simultáneamente (como en una pesadilla), las noticias son cada vez peores. Olas de información van llegando a mi whatsapp. Me acuerdo de haber sido remecida, especialmente, por una imagen del 1 de abril. A las afueras de un hospital en la ciudad de Guayaquil, una señora trata de mostrar desde su celular a decenas de enfermos sentados, ahogados, agonizando. En su registro decía: “aquí todos esperando por camas, por oxígeno. No sabemos qué hacer, qué padecer… si te mueres es una carga menos para ellos. La gente está sola y los dejan botado, a su suerte… los dejan morir porque están contaminados”. El malestar físico, la sensación de callejón sin salida, la impotencia y el horror arrecian cuando vemos la cara irracional del poder y su burocracia. Por un instante parece abrirse una grieta por donde podemos mirar el infierno. Es todo muy extraño, porque al mismo tiempo vivimos encerrados en nuestra precaria normalidad, tratando de teletrabajar, de cambiar nuestros ritmos cotidianos, de comunicarnos a distancia y obligados a sumergirnos en nuestra suma de imperfecciones. Es difícil tener reflexiones reveladoras, pensar que saldremos fortalecidos, más conscientes e integrados al planeta y al cosmos, responsables de nuestra frágil existencia en él, transformándonos en una humanidad más justa y evolucionada. Mirar por una grieta Constanza Acuña Historiadora del Arte

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