Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
67 pensando en las manualidades de las hijas cuando éstas estaban pequeñas, o en las proximidades de navidad para ser colgadas del pino bien pintadas con el aerosol dorado, bien brillantes carnalizando el concepto de fulgor, también las corté sabiendo que las haría soñar. Con el paso de los días las hojas fueron cayendo y estas pequeñas bolas se distinguían nítidamente contra el cielo. Me detenía en la postal medio japonesa del dibujo del árbol lineal y recortado contra un celeste completamente plano y de alto brillo, y las bolas como único incidente del contraluz. Hasta ellas llegaban unos pequeños pajarillos, muy pequeños, diminutos, y se colgaban de sus planetarias esferas abriendo unos orificios entre las púas y festinándose como de un probiótico banquete nutriente, proteínico y al parecer delicioso. Como estas pequeñas esferitas, quedaban perforadas, luego con la brisa de las tardes, comenzaba una lluvia, en miniatura, que dejaba la huella del polvillo que caía de su interior, sobre las exactas subyacentes superficies. ¡Qué impresión me llevaba de conocer finalmente este contenido y apreciar la pinchuda arquitectura de su contenedor! Termino de escribir estas meditaciones de diario de vida, y vuelvo a recibir noticias de nuestros amigos muertos, todo parece tan deleznable, es tan fuerte el infarto de los brotes mientras cae la helada de la mañana, que me pregunto si esto va para alguna parte y si estas ideas tienen siquiera permiso de ser concebidas.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=