Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
59 La invitación a escribir este texto lleva contenida en sí la premisa según la cual aun en la manifestación más nimia de la cotidianidad estaría alojada la cifra del mundo que hace esta cotidianidad posible. Que sólo haría falta un ojo avisado para hacer de esos detalles un asunto o, en este caso, un texto legible. Y que por esa razón este texto tendría sentido de ser escrito y leído; este sería capaz de hablar tangencialmente, en sus enunciaciones y sus omisiones, de aquello que todos quisiéramos nombrar con palabras claras con las que, sin embargo, nunca damos. En mi caso, ha habido una coincidencia entre el mandato del quédate-en- casa , del extrañamiento del mundo exterior y mi creciente incapacidad de entender lo que está pasando, de comprenderlo, de abarcarlo. Quizás haya un par de cosas bastante triviales (y aquí temo estar pecando de idiota * ) a través de las cuales he logrado relacionarme con ese mundo exterior desde la experiencia directa, sin ninguna clase de distanciamiento ni vía remota. A saber: por primera vez entiendo la órbita del sol en el cielo. Ya sé, el sol no orbita; a eso se le llama “movimiento aparente” del sol desde la tierra. Y sí: probablemente no entienda en realidad nada sobre traslación, ni de latitudes, trópicos, precesión, afelio y perihelio, pero he constatado sus cambios estos días; los he seguido con persistencia, y creo que eso acarrea cierta forma de entendimiento. Entonces ya no sé si estoy hablando de un fenómeno planetario o domiciliario; al parecer son simultáneos. El sol gira hoy en torno a mi jurisdicción tanto como lo hacía en los tiempos anteriores a Copérnico. Así pues, gracias a un prodigio del lenguaje, el sol efectivamente entra en mi morada. Muy avanzada la mañana entra recién por la ventana que da al oriente, y muy avanzada la tarde ilumina las piezas del lado opuesto, las que dan a la calle. Ambos momentos duran unos minutos demasiado escasos para mi gusto; el intervalo de luz solar entre el borde superior de la ventana poniente hasta las fachadas de en frente, ese ángulo que permite la entrada de la luz en mi mundo, es demasiado breve. * En el sentido griego, Wikipedia define al idiota como “un ciudadano privado y egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos.” Declinación sur Camila Moya Naulin Artista Visual
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