Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
53 recito a mí misma: “no puedo perder el tiempo en meditaciones como esa”. Pero esta postura rígida e insensible se suaviza antes de dormir: Recuerdo a mi gemela, me pregunto por mi familia, mis amigos, y en lugar de desearles un buen pasar más bien espero que se hayan ido de viaje también. Así, si un día volvemos a vernos, encontraré a otras personas. Nos contaremos historias nuevas y quizás tengamos que conocernos otra vez. ¿No has percibido en la mirada de la gente un cambio extraño después de mucho tiempo sin verse? Eso quiero sentir, que ya no nos reconocemos, que nos parecemos a alguien del pasado pero no lo somos. Me di cuenta que este viaje es sólo de ida: Aún si esta nave intenta llevarme al punto de partida, habrá pasado tanto tiempo que ese lugar ya no existe porque un punto es un instante. El panorama que me circunde entonces, sin duda será otro mundo. Habrán brotado plantas donde no las había, le habrán salido limones al árbol de mi patio, incluso es posible que al fin haya muerto la ruda del antejardín producto de las malas energías de la vecina; habrá niños nacidos y gente que ya no es parte del paisaje. Basta de ensueños, miro por la ventana pero sin fijar la vista.
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