Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
48 poco a poco fue invadiendo la cama, el espejo, las verduras y el pasillo hasta el ascensor. había traspasado la novedad, había probado ser una sola, audaz y valiente y había tomado el control del futuro desconocido. entonces llegó la carta distinta, un día cualquiera, la carta amarilla con un poema y su letra que goteaba con dulzura rogativa su amor incondicional. lo entendí muchos años después cuando fue ella la que se fue lejos sin pasaporte ni regreso. en estos días de incertidumbre de los abrazos que vendrán y cómo volverán, puedo sentir su sollozo en ese aeropuerto 35 años atrás. mi vínculo se rompió en pedazos, unos que todavía no sé cómo pegar ni dónde buscar. la muerte es mi certeza que aprendí habiendo dado toda la vuelta, larga y sinuosa. hoy los recuerdos son siempre en el mismo tono, una mezcla al óleo que representa fugaces estallidos en visiones de casas, de rostros de amigos, de comidas en una mesa, de calles con arena en el borde, de tardes con un sol en otro horizonte y una caja de cartón improvisada, lugar de resguardo de las miles de cartas con fechas establecidas en un cálculo amoroso, insistente y permanente. ahí siguen, me acompañan a dónde voy, sus páginas se han ido decolorando, los bordes se han vuelto de un tono ocre y huelen a otro tiempo. hoy, en el encierro, en las miles de cifras que no son números, la única que vuelvo a leer una y otra vez es ésa, la que me hizo entender lo que tuve y ya no tengo y que no sé cómo recuperar.
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