Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
47 con 20 años uno puede hacer cualquier cosa que tenga forma de flecha recta a alta velocidad, sin un punto fijo donde clavarse. pasaron muchos días, quizás casi un año, y comencé a sentir su ausencia, sus límites en forma de reglas y normas, sus ojos celestes vigilando mi estatura, su voz amable y severa. su sonrisa atenuando mis llantos adolescentes, mis zapatos nuevos en navidad. empecé a entender muchas cosas, cosas que hoy puedo esclarecer sintiendo sus largas noches en vela, mientras pensaba frenéticamente en mi y mi destino necesario. veo ahora su generoso dolor y su silencio pausado disfrazado de letras, noticias y regalos en forma de correos y mis llamadas telefónicas desde cabinas públicas con monedas redondas por cobro revertido. las madres hacen concesiones con los hijos cuando éstos tienen que ser los que quieren ser. éramos las únicas para la otra. la fina membrana de la melancolía tomó el mismo avión. llegó una mañana clara mientras paseaba en la feria de antigüedades de los domingos en el pueblito del norte de la isla. puede haber sido un objeto, una pequeña campanilla con mango de madera o un caballito de bronce soportando el peso en sus patas traseras, o esa lamparilla de velador con un ribete azul en la pantalla. pensé que se iría tal cual había llegado una vez saliera de ese lugar, de esos objetos que gatillaron un mecanismo de pena diluida para instalarse en la vida cotidiana y todo se me volvió recuerdo y nada se mantuvo cómo olvido.
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