Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

339 Día siguiente 20 hrs. Sale nuevamente el comando desde la puerta del departamento, toma el ascensor. Yo registro, el maullido de nuestro gato nuevo sale en el audio, bueno así es la vida. Podría haber aparecido un vecino o una vecina, el perro de paseo, alguien que llegaba de las compras, alguien subiendo por las escaleras, por pensar que es “más seguro”. Hay tráfico en la calle, la cuarentena total ha sido anunciada y la gente se prepara hasta el último minuto. El estacionamiento del supermercado está completamente vacío, ni guardias ni nada, sólo la cámara de seguridad y las luces. Santiago será desde las 22 hrs. de este viernes, una ciudad vacía, se supone. Las ninjas repiten de manera precisa las mismas acciones que la jornada anterior. Esa es la idea, obvio. Que el sol siga saliendo, se ponga, la noche llegue, se vaya, el día siguiente vuelva, como un carrousell donde la escena fija es el supermercado y el delantal con sus portadoras. Nos vamos, volvemos a ver ACAB en nuestro camino de regreso. Veo después las fotos, y puedo hacer el paralelo entre estas islas en las que estamos hoy y la que estuvimos en el viaje a Ushuaia. Más preguntas y recuerdos surgen: cómo pasamos de una marcha de un millón de mujeres, a vernos silenciosas y distantes desde detrás de las mascarillas? El delantal floreado de cinco metros es el mismo y no es el mismo. Pienso en las mujeres a cargo de tanto, en el encierro. Suena el pito de la tetera, allá voy.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=