Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
337 Llamado desde la isla del frente Ximena Zomosa Artista visual A comienzos del mes de mayo, a un mes y medio del estado de cuarentena voluntaria, recibo un Whatsapp del artista Sebastián Calfuqueo. Como tenemos varios temas en curso y solemos escribirnos para saber cómo estamos, después de saludarlo le comento sobre la exposición que el curará en Galería Balmaceda, pensando que por eso me escribía. Ante lo incierto de todo, era lógico que quisiera pedirme más claridad, fechas posibles o una reunión. Pero el tema era otro. Me cuenta de un proyecto al que Voluspa Jarpa lo invitó, y al que en una cadena, él me invita a mí. Un curador brasileño está varado en Santiago y está armando un proyecto experimental. ¿Te gustaría participar? Me pregunta. Tiempos raros, le respondo, claro, es bueno vincularse. Luego de escribirnos por mail, preferimos llamarnos con Tiago de Abreu, curador del misterioso proyecto. Me habla desde algún edificio cercano, según lo que logro determinar al pedirle sus coordenadas en la trama de la ciudad. Me asomo al balcón con el celular en la mano y miro hacia la cordillera, porque ahí está, en este mismo momento, lanzando un mensaje al aire que nos conecta. De hecho hablamos del aire, del confinamiento, de estar en una isla lanzando mensajes, de las obras que una podría hacer desde la cuarentena: en la terraza, en la vereda del frente, en la cocina, en un bosque, eventualmente. Quedamos en una fecha para entregar las fotos y los videos de lo que surja, así, casi a ciegas, pura generosidad. Con un té en la mano, pienso posibilidades. Lo más básico en la caja de materiales, es el pelo… ¿Me lo corto? Dudo. Sigo buscando, de pronto, escucho a mi hija preguntar algo sobre ir al supermercado. Listo, ahí está el lugar de la obra. Un lugar ahora clave y esencial, antes indiferente, irrelevante por lo evidente.
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