Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

251 en el que les llegan algunos rayos de sol más directos, pero ellos crecen y florecen una y otra vez, así que por fin ese lado de la tierra no está pelada. Frente a los Cardenales se llenó de Pata de Vaca; parece que es una maleza, pero Javier dice que las malezas no existen, que es una manera despectiva que tenemos de nombrar a esas plantas que salen sin permiso. Solo por eso ya no las saco, me parece que su actitud es digna de reconocimiento, es una pena que ya nadie llegue sin invitación. Delante de ellas, se turnan en aparecer y desaparecer la Menta y las Caléndulas: a ratos sus flores amarillas cubren toda la tierra, pero en esta época son más escasas; las hojitas de la Menta están pequeñas, pero alcanzan para una buena taza de infusión. En el centro: De poniente a oriente, frente a las Lavandas, y en este momento un poco escondida entre tanta Amarilis, hay una Milenrama. Está linda, aunque un poco más pequeña que el año pasado. Estuvo semillando, así que sus largas flores ya están resecas. En diciembre Javier me trajo tres plantitas de Espuela de galán: dos las planté afuera, en la calle, en ese espacio que se han empeñado en llamar erróneamente “platabanda”. Esas están creciendo sin mayor novedad. Pero una la planté en el centro del patio, cerca de la fuente de agua, entre la Milenrama y las Amarilis. No sé bien qué pasó, pero en estos meses de cuarentena empezó a crecer y crecer, y ya no es ese arbusto mediano que me dijeron que llegaría a ser. Comenzó a extender sus brazos en todas direcciones: uno avanzó hasta el Geranio, se le subió, dio media vuelta y avanzó nuevamente hacia el poniente. Otro cruzó hacia el sur y crece enredándose entre las filosas hojas de las Colas de Zorro enanas. Uno se metió entre los Cardenales; parece que no le importa mucho que ahí es aún más oscuro en esta época del año…Y otro avanzó hacia las Lavandas, se les encaramó encima, luego se arrepintió avanzando en dirección opuesta, pero finalmente volvió a ellas y con sus hojas, que crecen horizontales para atrapar toda la luz posible, se ha quedado tomando el sol sobre sus ramas más altas. Qué bello desorden ha introducido en estos días; esa cuota de descontrol en medio de lo predecible. Parecieran ser todos iguales, salvo por cada nueva rama que ha decidido salir a la aventura, cruzando nuevamente el territorio; o el brillo baboso que delata el paseo nocturno de un caracol sobre sus hojas más tiernas.

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