Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
226 Que puedo decir de mi día; Llevar a mi madre al baño, darle la Hidrolazina y la Isosorbida, preparar el desayuno y llevárselo, tomar yo junto a ella, mientras escucho las noticias y los programas de análisis políticos en la radio, y constato cada día el desastre total. Darle el Xarelto, echarle las gotas de Glaucotensil en sus ojos, esperar que se quiera levantar, por mientras limpiar un poco el baño, la cocina, el dormitorio, Levantarla, lavarle los dientes (en eso me esmero, lo hago como me enseñó un dentista hace años, al menos deben ser 10 minutos de cepillado) y en el intertanto hacer todo lo que alcance antes del almuerzo. Algunos días hago clases, por zoom. Me caen mejor los estudiantes por zoom, aunque a algunos no los veo y con suerte los escucho, pero a los que si veo los siento frágiles, muy distantes a esos jóvenes empoderados que conocí, siempre a punto de iniciar un paro que justifican a medida que lo llevaban a cabo. Siempre con un reclamo latente. Nunca faltó un motivo. Ahora pareciera que quisieran tener clases, he llegado a pensar que es sano que tengan menos contacto entre ellos, no es ideal que se deba a una pandemia, pero los veo más auténticos, menos influenciables y llenos de consignas o lugares comunes, incluso más amorosos. La soledad les hace bien en ese sentido, pero algunos se ven algo tristes. Ahora se concentran en lo suyo. Creo que por primera vez me siento profesora, en un sentido más emocional que cognitivo. Mi mamá no se da cuenta de que hay una pandemia, le he explicado pero no lo entiende bien. A menudo, especialmente en las noches, ella cree que esta en un hospital. Me habla del médico, de la gente del turno, de los internos, de las enfermeras. Probablemente cree que está en el hospital de Nacimiento, que conoció cuando estaba recién casada con mi padre; parece que vivieron en una casa que tenía el hospital durante el tiempo que él fue director. Me habla sin angustia, es un hospital amable, un hospital de provincia y de un Chile provinciano. Prefiero que viva en esa fantasía, y en alguna medida me alegro de que mi papá ya no este para vivir lo que está pasando, que en su vida profesional no le haya tocado enfrentar una pandemia como esta.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=