Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
225 Cuarentena María Elena Cárdenas Pintora y Profesora de Artes Visuales Parece que hace al menos cuatro años estoy en cuarentena. O quizás antes. Me doy cuenta cuando leo y escucho el cambio de vida que ha significado para la gente la cuarentena, en términos sociales y de encierro; los chistes y comentarios en redes sociales en relación a qué hacer con el tiempo en casa, o cómo van a celebrar cuando se acabe, la sobredosis de netflix, etc. Las restricciones de la cuarentena las tengo desde que me dedique a cuidar a mis padres ancianos; primero a mi padre y ahora a mi madre. Durante mucho tiempo mi cuarentena− o mi cuasi- encierro− me produjo una sensación de inquietud y angustia por dejar de lado mis intereses, mi profesión, por dejar pasar posibles proyectos, por la sensación de estar perdiéndome de algo. Actualmente esa angustia se ha disipado, y ha sido reemplazada por una sensación de sosiego, como que se hubiese detenido el tiempo de los proyectos y vivo en el presente, porque no hay futuro y, en el fondo, nada importa mucho. Ya no sé si mi anterior angustia era, en parte, por tener que responder a un molde más que por un interés real por todo aquello que me era, de alguna manera, vedado. Ahora siento que somos todxs los que estamos en suspenso. Me sorprende observar como las personas se extrañan tanto entre si; la vida social, la conversación entre amigos, las salidas, los viajes, las inauguraciones. Hace tiempo que no es habitual en mi vida esa sociabilización y ya me acostumbré. Y si esto se sigue extendiendo, creo que se terminaran acostumbrando hasta los y las más sociables. Si me duele pensar que, si cuando se supere esta pandemia seguimos vivos con mi pareja −a quien continúo viendo una vez a la semana, estrictamente el lapso de tiempo de un permiso para comprar alimentos− estaré mucho más vieja (como ya lo siento a diario). También es triste ver que toda mi ropa esta desteñida con cloro cuando antes estaba siempre manchada con pintura. Cambian las prioridades y lo importante ahora es cumplir bien con el quehacer cotidiano, rutinario… y mantenerme sana. Cualquier otra ambición resulta un poco extemporánea.
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