Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

22 Un día apareció un gato en el patio. Le toqué la cabeza tímidamente, se puso de espalda mirando hacia arriba. Le quise hacer un cariño, pero me dio un arañazo. Así que hasta ahí llegó la confianza y amistad. Seguramente quería jugar, pero no me animé. De vez en cuando lo veo por ahí. Es blanco con manchas café. No está flaco, es como maceteado. Me imagino que es buen cazador. Lo he visto en postura de atención felina como de documental de animales en vida salvaje. A propósito de animales no humanos, como les dice una amiga; una noche que caminaba veo sobre una roca una gaviota. No había más gaviotas ni pájaros alrededor y la luz era poca. Se veía rara, como desgarbada. Efectivamente tenía como un lado medio caído. Un ala más baja que la otra. Me acerqué un poco, a un par de metros para verla mejor y no hizo nada. Le saqué una foto con mi teléfono. Salió un flashazo que según yo estaba desconectado. La gaviota ni se inmutó. Me fui. A la mañana siguiente despierto acordándome de la gaviota. Busco la foto y de inmediato reacciono con un: ¡cómo! La foto estaba ahí, las rocas estaban ahí, pero sin la gaviota. Mala puntería en la oscuridad. ¿Para qué le saqué una foto a todo esto? Pensé que podría dibujarla luego en algún momento. Ahora creo que hubiese sido más empático seguir caminando. En la arena me ha tocado ver uno que otro animal muerto. Una vez vi un lobo marino descuerándose de a poco con los días. Hasta que

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