Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

206 siempre, a paso lento, deteniéndose a ratos, volteando la cabeza buscando el camino de salida. Poco le debe importa a Simón esta pandemia, total tiene siete vidas. Aunque ¿cuántas le quedarán? *** Ahora que no voy a la feria para evitar contagio, me llegó un dato de frutas y verduras a domicilio. Agregué en el pedido un kilo de tunas. Creo que no las comía desde que vivía con mis padres. A mi madre le encantaban y por lo general compraba dos o tres, porque era verdaderamente un lujo. Nos recuerdo en la cocina, yo pequeña (no más de once años) y ella con un silencioso entusiasmo sacándolas del cucurucho de diario. No sé si alguien más comía tunas en casa. Ese momento mío con ella, lo vivía como un acto de complicidad después de vaciar el carro llegando de la feria de la calle Romero. Era el premio al esfuerzo, para ella misma y yo por acompañarla, por haber estado toda una mañana regateando precios, pidiendo la yapa, salvando la dignidad en el carro medio vacío, intentando hacer cundir los pesos de la chauchera con la mayor de las habilidades y rescatar lo que iba quedando en los puestos, como las peras demasiado maduras que el resto de las caseras rechazaba. Todo servía, desde los tallos de acelga para hacer pejerreyes falsos, hasta los plátanos ya pasados que terminaban flotando como fósiles, en mínimas dosis en la jalea de la semana. No veo a mi madre desde marzo. La echo de menos. Echo de menos sobretodo, el olor fresco y sutilmente dulce de sus mejillas. *** Algunas de mis llamadas telefónicas se han convertido en video llamadas. esto de no poder salir a la calle más que para

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=