Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
201 Del tiempo que esperamos a Sofía en cuarentena Mabel Palavecino / Nelson Plaza * Magíster en Historia del Arte / Artista Por ti, murmulladora de primavera, hicieron muchas cosas. Antes que tu gesto invisible se aproximara, tu fantasma deambulaba dividido en dos matrices. La de él, estaba entintada, un poco polvorienta y herida. La de ella, estaba dormida, un poco asustada y tendida como sábana en una cama sin cobertor. Él tiene los ojos de milpa, brotan sonrisas de tantos sabores que no puede detenerse a amar sólo a uno, debe amarlos todos. Para abrazarlo no alcanzan sus brazos, así que ella lo deja deambular libre entre sus sueños. Sus sueños, a penas se intuyen, él los vive en su interior, como un universo vive a sus estrellas habitantes. Ella tiene una mirada limpia, como el horizonte que se desgrana a la hora azul antes del anochecer, y una voz que desenreda aquellas notas guardadas en la madera de la guitarra. Abrazarla es fácil y él se aprovecha, y le saca risas como si fuera ola de mar jugueteando entre sus pies. Ella le habla siempre de sus sueños que son histo- rias, que él sabe ella amasó en su pasado, entre el carbón y el musgo del sur. Él tiene sabor a mar soleado y ella sabor a mar de invierno, es que nacieron en este cinturón de tierra, separados por nubes y vientos. Ella del sur y su ceniza, él del norte y su corteza. Allá en las tierras rojas y doradas, él jugaba con minerales, ella miraba la lluvia y olía la tierra ennegrecida por el carbón. Quizás a él le gustaría saber sobre el carbón. En la tierra de donde ella viene hay dos colores que recuerda bien, el rojo y el negro. El negro no es negro, Sofía, en realidad ni siquiera es un color, es una pro- fundidad infinita un misterio de seres subterráneos que habitan inmóviles, ellos no requieren respirar porque su alma es de piedra. Por eso decidieron Sofía, nombrarte con el color del que cuelgan las estrellas, Sofía Celeste ,porque te han esperado ya muchos meses bajo un techo inmó- vil y quisieran que tú, murmulladora de primavera les volvieras a regalar el cielo, los paseos y la vida allá afuera. * Mabel Palavecino y Nelson Plaza constituyen una pareja que decidió redactar entre ambos un solo texto.
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