Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

199 y desconocidos que en esas situaciones se tiene ocasión de encontrar. Hago un paralelo con lo que vivimos ahora, ya que la pandemia y el miedo a esta enfermedad nueva y desconocida nos arrojó a la inmovilidad que produce el confinamiento y a la reducción de nuestro espacio de acción. Estamos obligados a aquietarnos a pesar de la angustia. Quizás con menos movimiento haya más pensamiento? ¿más reflexión? Cuando hay una amenaza tan grande y mortal ¿habrá un reordenamiento de las prioridades colectivas e individuales? ¿de los afectos? No hay escape, esto nos lleva a enfrentarnos a nosotros mismos. No hay donde ir, en el buen sentido. La vida no está en otra parte, ni en otro momento. Espero que cuando podamos volver a salir y circular libremente (que así sea) el tráfago de la ciudad con su inercia y la vorágine de la información circulante en el mundo, no nos impida reencantarnos con la huella de lo sencillo, y salgamos al encuentro de lo esencial.

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