Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
191 han caracterizado desde siempre por recibir cero reconocimiento y las remuneraciones más bajas. El aplauso se asocia con el espectáculo, con el teatro, la música, un discurso público, nuevamente: con algún tipo de hazaña. De aquí que, de una manera metafórica y profundamente perversa, el aplauso también alcanza a las estructuras de poder que cuidadosamente construyen y sostienen las contradicciones que definen las sociedades hoy. Hace ya un par de semanas que el rito del aplauso cesó en el Reino Unido, la curva de infección y fatalidades ha comenzado a bajar, y la vida pública (que es casi un sinónimo de vida de intercambio comercial) se ha empezado a reanudar. El día que abrieron las tiendas ‘no esenciales’, hubieron quienes comenzaron a hacer cola a las cinco de la mañana, para comprar una polera, un pijama, cualquier cosa. Muy probablemente, esas mismas personas aplaudieron cada jueves, con emoción y sinceridad. Sin embargo, saliendo de ese espectáculo, pasan ahora a hacer la fila para hacer shopping , como quien espera su turno para comprar un ticket de cine, para entrar a la disco, o para subirse al tobogán. Poco a poco salimos de nuestras trincheras y el cotidiano se vuelve a poblar de objetos y sujetos. Tal vez, el gesto más radical, más difícil y más político que podemos hacer es abordar esta nueva salida como otra forma de escape. Como quien usa la salida de emergencia, la puerta de atrás, quizá podemos escaparle un poco al sistema y sostener una pequeña distancia desde dónde escoger qué puertas entrar y qué filas vamos a formar.
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