Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

189 Escape Livia Marín Artista Visual A aquellos que nos dedicamos a trabajos o labores no esenciales, y nos tocó quedarnos en casa, el aislamiento preventivo pareciera que vació abruptamente la vida cotidiana de su mismidad, y en ello, la volvió extraña y ajena. Orientarse dentro de esa ajenidad es lo que me resultó más complejo durante las primaras semanas de cuarentena. La ‘extrañeza familiar’ de lo cotidiano surge precisamente a partir de su falta de novedad, asistida por la certeza (a veces tediosa e inevitable) de continuidad. La falta de certeza y la interrupción que acarrea la cuarentena difieren del vaivén extraño y familiar que caracteriza lo cotidiano. Llevo años trabajando con objetos de uso común, observando con curiosidad nuestros hábitos y prácticas cotidianas, intentando intervenir, con un gesto de distanciamiento que acusa cercanía, la relación que vamos sosteniendo con los objetos que nos rodean. El confinamiento y el distanciamiento social pareciera que aniquilan toda poética de la distancia, toda lógica de dirección: para protegernos del virus debemos de escapar hacia adentro, lejos de lo público, lejos de los demás. Escapar hacia adentro parece una contradicción, una tarea compleja, y lo es. Por un lado, la pandemia ha dejado al descubierto un sin fin de contradicciones; por otro lado, quizás en esa distancia literal y dura que nos impone, abre la posibilidad de cuestionar (y cambiar) las estructuras políticas y económicas que determinan lo social y estructuran lo cotidiano.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=