Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

17 Somos dos. En febrero decidimos juntar nuestras cosas y venirnos a vivir a pocas cuadras de la Plaza Dignidad. El movimiento era inverso al de los muchos que, agobiados de la efervescencia social, prefirieron mudarse a la bucólica Ñuñoa. Nosotros queríamos estar lo más cerca posible de la multitud de los viernes, de esos encuentros cuerpo a cuerpo, a ojos cubiertos. Desde aquí, íbamos a acompañar el plebiscito, conmemorar abrazados, los dos, en medio de todos. La victoria estaba tan cerca. La elección del nuevo barrio también respondía a cuestiones más mundanas: era una casa cercana a nuestros lugares de trabajo, a pocos minutos en bicicleta o caminando por las arboledas de calle Condell. Ninguno de los dos había vivido antes en un lugar tan estratégico y junto al anhelo de crear un refugio, estaba ese deseo de aprovechar el barrio y el entorno, crear nuevas rutinas y hábitos. Un hogar es también lo que sucede fuera de él. Las idas a la Plaza de la Dignidad, desde antes de mudarnos, terminaban en un pequeño bar frente a la biblioteca de Providencia: ahí sellábamos la jornada estival con un brindis de cerveza a litro y chacarero. En ese rincón modesto y sin alardes, nos resguardábamos de los pacos mientras los jóvenes armaban barricadas tan ajenas hasta entonces a este barrio burgués. Comíamos mirando por la ventana el fuego y el asfalto. Hasta que llegó la segunda semana de marzo: el jueves, sin saber, dábamos los últimos abrazos, estrechábamos las últimas manos, conversábamos cara a cara por última vez en una pequeña tocata en un cafecito en Vicuña Mackenna, riéndonos de aquellos que se saludaban con el codo. Refugio Andrea Roca / Javier Barría * Antropóloga / Músico * Andrea Roca y Javier Barría constituyen una pareja que decidió redactar entre ambos un solo texto.

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