Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

169 brillantes hojas que van pintando la cuarentena de aprendizajes, de aquellos que se incrustan en la mente, que le enseñan a mi hija la paciencia, el rigor, el esfuerzo, a mí me dicen una vez más que cada ser tiene sus ciclos, que mi hijo autista hablará cuando su naturaleza deba brotar, que la limpieza exagerada no borrará mi angustia, que me debo adaptar al trabajo remoto porque sus demandas solo son muestras de la imperiosa necesidad de sentirnos, de confluir y así, como madre, como generadora de calor y vida, lo acepto, así broto de la oscuridad, buscando la luz, sintiéndome parte de un todo en la nada, pero con la tarea de regar a diario… y esa tarea no puede fallar, es mi cuota de compromiso con la vida. Empiezan las mañanas heladas, mientras los tomates pierden color, vigorosidad, los veo sin fuerza, soy consciente que los planté fuera de su época, se tratan de adaptar, pero cuesta y en ese esfuerzo me acompañan en los golpes que nos da el Covid, y por más que los arrope, por más que los fertilice, sus ciclos terminan antes de lo esperado, muchos no resistieron, tampoco algunos queridos amigos.... y así es como asisto a un funeral on line, en donde éramos muchos pixelados y sufrientes, en diferentes espacios, sintiéndonos a través de una pantalla, uniéndonos en sentimientos profundos por una aplicación en el celular, y así es como terminan algunos ciclos y no logro entenderlo.... sigue la tierra fértil, pero solo algunos crecen, otros se adaptan.... para otros, no es su época y solo queda intentar entender ¿por qué no? ¿Dónde se fueron? ¿dónde los encuentro? ¿cómo nos conectamos de nuevo? ¿como nos sentimos de nuevo? ¿cómo sentimos el aire, sin miedo, con fuerza? Así transcurren los días, así aumentan las cifras de contagiados, ya son muchos los muertos, el trabajo sigue, el colegio también.... las terapias aún no dan fruto, y siempre, pero siempre a las dos de la tarde me fundo con la tierra, que me enseña, paso a paso a conectarme con los otros, agudizar mis ojos para encontrar en la pantalla del computador las semillas que planté, para reconocer a los que a través de la pantalla están en mi casa estando ausentes, con las manos en la tierra es evidente el abrazo a nuestra naturaleza que silenciosa nos hace crecer, tan invisible como invencible. Todo a su tiempo, solo hay que esperar. La tierra se manifiesta, la muerte ruge, la vida sobrevive, se reinventa se reencuentra. Los ojos no te sienten, solo esperan…. Solo espero, espero un nuevo ciclo, un destello verde que me conecte.

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