Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
161 ¡Quédese en casa! Jaime León Dibujante La extenuante economía mundial que basa su éxito en la creciente obsesión de medir y maximizar el tiempo de los “recursos humanos”; esta eficiencia autómata que sostiene dicha estructura social, tiene en su vorágine el germen de su devenir en derrota, toda vez que dicho establecimiento se sostiene en la enajenación del ser de los entes. Así, la cotidianeidad profunda de no tener fundamento, salvo el productivo en el tiempo profano, nos aleja de la nostalgia ontológica de un tiempo sacro. Ahora bien, la actitud creativa del de-morarse se visualiza como anatema a nuestra creencia cultural de la hiperactividad como actividad continua. Hoy las neurociencias en sus investigaciones recientes, nos han revelado que es probable que ricas formas de autoconocimiento solo se nos presentan en estado de ocio, como único estado en el cual la red neuronal por defecto, se activa, más aun si centramos nuestra focalización en nosotros mismos en cuanto introspección … ¡Quédese en casa! … en la de-mora … para salvar la posibilidad ontológica de existir con sentido … y esto, no solo en la actual contingencia sino como prioridad dialogante y permanente con aquellos espacios transicionales que son de suyo lo de siempre, el silencio originario. ¿Cómo habitar la temporalidad presente de reducidos espacios transitables en lo público del deber ser, del proyectarse en la consecución de logros en el porvenir cesada dicha premura sostenidas en el ente? Atesoro el buen y cuidado responder en el seguir sereando como actividad ineludible. Me re- creo en este saber estar en casa, en la morada del todavía no pero del ya estar siendo como condición primigenia para una epigénesis. “Con frecuencia me pregunto si esos días en que nos vemos obligados a permanecer ociosos no son, justamente, los días en los que nos involucramos en la actividad más profunda; si nuestras acciones, aun a pesar de suceder en algún momento posterior, no son sino las últimas reverberaciones de un vasto movimiento que se produce en nuestro interior en los días de ocio. Como sea, es fundamental entregarse al ocio con confianza, con devoción, incluso tal vez, con alegría. Los días en que ni siquiera nuestras manos se mueven son tan increíblemente silenciosos que apenas es posible levantarlas sin que oigamos un ruido atronador” 1 . 1 Rainer María Rilke.
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