Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia

154 qué no hacemos un libro para colorear para niños con imágenes de la pande- mia? – me dijo. Como por arte de magia, la propuesta de Steffen trajo a todos los niños y niñas de regreso. Allí estábamos los dos, sentados en la cocina minúscula de nuestro pequeño departamento, invadido de un momento a otro por una tropa de pequeños que saltaban y gritaban todos al unísono: ¡libro, libro, libro! No lo pensé ni un segundo y le dije que sí. El proyecto duró un mes desde su concepción hasta que el libro salió listo de imprenta. Realmente corrimos. Se trataba de un asunto urgente. Yo hice los dibujos, Steffen escribió los textos, entre los dos los tradujimos del alemán al inglés y al castellano, y un amigo se encargó del diseño. Creo que al final los cincuenta dibujos del libro han logrado recoger una mirada amplia de la situación actual, con humor, pero sin ignorar las dificultades médicas, los miedos, ni tampoco cuán diferente y duramente se vive esta crisis en otros países con realidades muy distintas a la de Alemania. Queríamos ayudar a los niños a repensar estos tiempos a través del lenguaje visual. Y para mí, la dibujante, el proyecto fue también un intento de responder a través de imáge- nes a la compleja pregunta ¿qué le hace esta pandemia a nuestro cuerpo? Las reacciones frente al libro fueron múltiples, desde muy positivas y abier- tas, hasta reaccionarias. Hubo, por ejemplo, un par de madres conservadoras, a las cuales los dibujos les parecieron muy fuertes para sus criaturas. Tuvi- mos una discusión enérgica con ellas, sobre todo con una que defendía una supuesta pureza infantil, que debía protegerse de toda posible contaminación. Hablaba como si los niños no tuviesen nunca fantasías ni impulsos violentos que tienen que aprender a canalizar para vivir en sociedad. Me pareció que algunos padres tenían una comprensión equivocada de lo que significa pro- teger a sus hijos. Protegerlos no significa dejarlos fuera de los asuntos más importantes que mueven y afectan a la humanidad. Todo lo contrario: signi- fica ofrecerles formas y estructuras que los ayuden a construir una narrativa propia sobre el mundo, incluyendo los aspectos difíciles de la realidad. Ade- más, por qué algunos niños tienen derecho a pintar eternamente unicornios y maripositas, mientras muchos otros, que probablemente no han tenido nunca un libro para colorear, están obligados a crecer en medio de zonas de con- flicto, pobreza o violencia. Eso es injusto y es exactamente lo que pasa en las relaciones de poder entre clases sociales y entre países. ¡Algunas naciones se la pasan pintando unicornios a costa de otras! Al enterarnos de que esas madres habían votado por el partido de extre- ma derecha en las últimas elecciones, dejamos de conversar con ellas. Nos dijimos: el proyecto ha sido realizado para los niños y las niñas, dejémoslos

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