Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
129 En este tiempo ha venido cambiando la luz y ensanchándose el silencio. Muchas horas de este tiempo las he pasado en este lugar al que, en nuestra familia, llamamos taller. La condición para que sea taller es que tenga una superficie donde hacer cosas. Esas cosas son del tipo, dibujar, escribir, componer objetos con materiales y acumular otros objetos de valor formal o estético o emocional. Esta superficie, en este caso, es una puerta de ochenta por dos metros tendida sobre dos caballetes. Lo que hay en este “tablero “es lo que voy a describir. Este tablero está puesto apoyado en un muro poniente de la pieza que es el taller. Este muro tiene una ventana centrada, así que el tablero es como el antepecho de la ventana y al estar sentado frente a él se está sentado frente a la ventana que muestra la calle, de por medio un jardín. La ventana no tiene cortina ni nada. Mide ciento veinte centímetros de alto e igual medida de ancho. Tiene rejas de perfiles de acero que forman rectángulos verticales. En el tablero, que es lo que importa, hay de derecha a izquierda, o de norte a sur lo siguiente. Once botellas vacías. Dos transparentes, ocho verdes y una esmaltada roja. Las botellas, en su mayoría, fueron envase de aceite de oliva, una de vino y otra de aceite balsámico. Están un poco empolvadas. Al lado, hacia la ventana hay una caja de madera rústica (está hecha con tablas tomadas de una repisa de una casa donde vivimos, que era muy antigua.) La caja que tiene aproximadamente veinticinco de ancho, treinta de alto y dieciocho de fondo, todos centímetros, contiene unos pocos casetes. Escena con cosas atemporales Gabriel Robles Squella Arquitecto
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