Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
127 IX A mí la cuarentena me privó de muchas dimensiones, sin embargo me ayudó a descubrir otras. Comprendí con más fuerza tantas pandemias invisibilizadas: el hambre, el maltrato, la discriminación, el machismo, el consumismo, el individualismo…Comprendí a presas/presos encerrados en cárceles, exiliadas/ exiliados ninguneados, ancianas/ancianos abandonados, claustros religiosos incomprendidos. Me percaté que con el Covid-19 todos fuimos un poco detenidos desaparecidos. Pude sentir más cerca la libertad y la soledad; la vida y la muerte. X ¡Y qué paradoja!: simultáneamente vivimos el confinamiento del espacio y la expansión del tiempo, fenómeno pocas veces visto, ¡raro! (Einstein se habría confundido). Fuimos exiliados del planeta. Quedamos desnudos, sin cuerpo ni lenguaje corporal, casi sin alma, vulnerables, descolocados frente a la precariedad humana. Nuestra soberbia y ambición hicieron lo suyo: el ridículo. Todo gracias al milagro del coronavirus, ¡súper democrático! El bichito no se fijó ni en colores políticos, ni en credos religiosos, ni en razas. Al fin se detuvo la gran maquinaria humana, pandemia que desde la revolución industrial nos tuvo atrapados/esclavizados. Esta fue una gran pausa, nunca vista en la historia. La vida terrenal cobró justicia, supo reclamar y defenderse; los animales volvieron a las calles; la importancia de la vida social –no solo humana– quedó en evidencia. Todos somos parte de lo mismo, ¡sí, sí! ¡Perdón Madre Tierra ..., Ñuke Mapu, Pachamama, sé nuevamente generosa con nosotros y vuelve a recibirnos! XI ¡Menos mal señoras y señores!, la prepotencia, arrogancia, neocolonialismo y depredación perdieron espacio. Morimos un poco, es cierto. ¡Sí!, por momentos fuimos seres anónimos, fantasmas no solo virtuales que, sorpresivamente, dimos un salto al vacío. Sufrimos la vulnerabilidad y la angustia. Claramente, sin los demás no somos nadie. De pronto el bichito del Covid-19 nos hizo sentir como una página en blanco, sin historia ni referentes. ¡Sí, sí, nos equivocamos, por supuesto: el tiempo no es oro / el tiempo es vida! Y así como un día por milagro resucitamos de entre los muertos, cualquier otro día –cuando menos lo pensemos– por milagro podemos desaparecer, dejando esta misma página en blanco, incluido su autor.
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