Esos grandes detalles: 92 relatos escritos durante la pandemia
111 I Acostada, me quedo con los ojos cerrados recorriendo una imagen que atrapo del sueño que recién terminó o de otro sueño pasado. Esas imágenes permanecen ahí atemporales. Las palabras no se les adhieren, duermen hasta que se asoma una y llama a otra dando inicio a la cadena de la consciencia. El monólogo mental avanza entre vaguedades, interviniendo a destiempo en una conversación del día anterior o dando rodeos por imágenes bizarras: una pata de vaca, unas posas de yeso… animadas en una escena que combina en simultáneo actos y pensamiento. He confiado en estas apariciones, en esas visiones e ideas rumiadas, para decidir sobre cosas prácticas o títulos de exposiciones. Actúan como golpes de corriente estimulando acciones, o como intuición hallando palabras justas que dan forma y contorno a asuntos borrosos. II Transcribir a escritura las ideas e imágenes escuchadas en la voz muda de la consciencia, se vuelve un juego. No es sencillo atrapar en papel con fidelidad lo que esta voz dicta. Puesto por escrito, lo que se lee en voz alta no calza con lo que acaba de dictarse en voz muda, la escritura suena ajena e inexacta. Hay un ejercicio que hago con estudiantes de arte, que consiste en entregarle a un estudiante una imagen, este debe describirla a viva voz a sus compañeros quienes a su vez deben dibujar lo dictado. Del mismo modo como hace el policía fiándose de las palabras del testigo para obtener un retrato hablado. El resultado es siempre imprevisible, lleva a preguntarse por la plasticidad del lenguaje y los límites de traducción entre dos sistemas de representación, entre palabra y dibujo o entre oír y trazar. Una torre dentro de una torre Francisca Sánchez Artista Visual
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