Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
99 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada al “arte comprometido” que adquiere todo su fervor revolucionario en el mundo ideológico de los años sesenta en América Latina; un mun- do en el que el artista se propone luchar con- tra las formas de alienación burguesa del arte, poniendo su creatividad al servicio del pueblo y de la revolución. El Pueblo y la Revolución –consignas de agitación social y de militancia política– eran los Significados Trascendentales del programa revolucionario a los que adhería el arte del compromiso cuando la explicitud referencial del mensaje de sus obras se subor- dinaba, unívocamente, al repertorio ideológico de la izquierda latinoamericana. Para los artistas comprometidos del Chile de la Unidad Popu- lar y después, en clave de resistencia anti-dic- tatorial, para las agrupaciones comunitarias del arte y la cultura militantes bajo el régimen militar, son los procesos sociales y políticos los que empujan el arte a sumarse a la utopía del cambio que levanta la historia como promesa. El didactismo revolucionario de las obras se encargaba de transmitir una utopía de cambio social que había sido pre-formulada por y desde la política . A diferencia del arte militante que pretende “ilustrar” su compromiso con una rea- lidad política ya dinamizada por las fuerzas de transformación social, diríamos que el arte de vanguardia busca anticipar y prefigurar el cam- bio, usando la transgresión estética como deto- nante anti-institucional. Es así como en el caso de la vanguardia, lo utópico del cambio social es programado desde el arte para que la obra le transfiera luego su potencial de transformación crítica a la sociedad entera. Es cierto que tanto en el arte comprometido como en el arte de vanguardia, la utopía tiene el diseño de un futuro por-venir cuya promesa se quiere integradora de los cambios que fusio-
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