Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
90 vención, esto significa tratar de alterar las co- dificaciones de poder dominantes que regulan las prácticas y los discursos, a nivel de micro- políticas, desde la pregunta por los imaginarios del cambio y la emancipación. Por lo mismo, no concibo que se pueda ser un “intelectual de izquierda” sin tener un compromiso teórico (y social) con la crítica feminista, que es un ins- trumento poderoso de reformulación de la sub- jetividad desde la subversión de los trazados de represión y exclusión construidos en torno a la diferencia de género. Creo que es un tema sobre el que no estamos de acuerdo. FG : Quién sabe, pero por las dudas no lo discu- tamos ahora (risas) NR : No, claro, volvamos más bien a la Avanza- da . Que por un lado, como te decía, compartía con la izquierda tradicional una postura abier- tamente anti- dictatorial, de resistencia y opo- sición al régimen de Pinochet, siendo que por otro cuestionaba tanto el repertorio ideológico de la izquierda tradicional como la estética de- nunciante de su “arte del compromiso”. A su vez la izquierda desconfiaba del corte deconstructi- vo y de la auto-referencialidad de los signos con los que la Avanzada expresaba su materialismo significante. Considera que mientras la izquier- da tradicional se expresaba a través de actos so- lidarios cuyas redes eran más bien poblacionales (festivales, homenajes, etc.), la Avanzada insistía en no abandonar los espacios del arte institucio- nales aunque que fuese para poner a prueba las tácticas de camuflaje y simulación con las que se trataba de burlar a la censura. Las relaciones en- tre la Avanzada y la izquierda fueron más bien polémicas, sobre todo después de 1983, cuando vuelven las grandes figuras del exilio para resta- blecer la continuidad de un “arte de la Historia” “Por las dudas, no lo discutamos ahora”, 2007
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