Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

86 de las relaciones de contexto entre esa obra y su entorno político-institucional hecho de oficia- lismo y censura mediante apropiaciones, desa- propiaciones y contra-apropiaciones. Se trataba realmente, al menos esa es la sensación con la que me quedé, de la aventura de constitución de un pensamiento “en vivo”, sin ataduras dis- ciplinarias, sin filiaciones académicas, siempre expuesto a los sobresaltos de la cita que funcio- naba como entrecortamiento y desencaje. FG : Y hablando de esto, de una suerte de pen- samiento visual en vivo, ¿cuál era tu posición respecto del CADA? NR : Creo que el CADA venía a inscribirse en una lógica muy diferente a la que representa- ban artistas como Leppe o Dittborn. Para mí la importancia de lo que hicieron consistió en haber convertido la noción de “acción de arte” en una intervención político-social que usaba el devenir comunitario (transcursos biográficos, redes intersubjetivas, soportes de producción y comunicación, dinámicas institucionales, etc.) como un soporte de reprocesamiento crítico del cotidiano. Lo que el CADA hizo fue traducir el concepto de “vida encontrada” de Wolf Vöstell a un “arte-situación” cuyas obras, de temporalidad móvil, inconclusa, esperaban verse completadas por la participación ciudadana. Y yo creo que en el contexto de represión y clausura de una ciudad militarizada, estas dinámicas de arte re- lacionales que ampliaban los límites del “arte” a la “exterioridad social” tuvieron importantes al- cances crítico-políticos. Al mismo tiempo, y no es secreto para nadie, yo solía discrepar del tono profético-mesiánico que Zurita le imprimía a la discursividad del CADA, pues me parecía que tras la consigna vanguardista del arte/vida, consigna tras la cual se borraba cualquier límite “Por las dudas, no lo discutamos ahora”, 2007 “No faltaron por la época quienes como Lihn acusaron a la autora de M & I de ser hiperteórica o incluso de escribir demasiado “raro”. En relación a lo primero es difícil estar de acuerdo: si algún aporte hizo NR a los espacios de producción del arte, este tuvo que ver fundamen- talmente con el supuesto de que la teoría no es interesante en sí mis- ma, en tanto causa de sí misma, sino en la medida en que propone procesualmente un conjunto de re- laciones o correspondencias entre maneras de pensar escindidas, re- cogiendo en las irrupciones de un cuerpo o de un texto formas impen- sadas en una misma asociación y produciendo de ese modo una mul- tiplicidad de potencias disruptivas. No hay ni una sola página en M & I que apunte a ver en la teoría un dispositivo de transformación que opere con independencia del mun- do práctico”. Federico Galende, Vanguardistas, críti- cos y experimentales , Santiago, Meta- les Pesados, 2014, p. 276.

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