Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
85 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada estilo de la crítica oficial de El Mercurio (Anto- nio Romera o Waldemar Sommer), ni tampoco en la clave del ensayo socio-histórico que arma- ba la tradición universitaria de izquierda (al es- tilo Rojas Mix). Entonces lo que se evidenciaba era la necesidad de un nuevo discurso teórico sobre el pensamiento visual de las obras y sus operaciones crítico-sociales, la necesidad, digá- moslo así, de reconceptualizar el nexo mismo entre arte y política. Y es esto lo que coincide con una redefinición de las relaciones entre vi- sualidad y escritura en las revistas y catálogos de la época. Eso fue lo que hicieron Ronald Kay y Catalina Parra en la revista Manuscritos del año 75, por ejemplo. Piensa que las nuevas puestas en escenas gráficas de la textualidad crítica pre- suponían la transformación de los vínculos de dependencia ilustrativa que, en el caso de las revistas y catálogos, subordinaban tradicional- mente la imagen al texto. FG : Y con la Avanzada … NR : Y con la Avanzada los textos sobre arte vinieron a independizarse de las obras para ex- hibir, en cambio, los giros de sus propias experi- mentaciones teóricas como maniobras creativas. Al mismo tiempo, las obras autorreflexionaban textualmente acerca de sus procesos de elabo- ración artística, autonomizándose de sus cir- cunstancias de exhibición en las galerías o el museo para reinventarse gráficamente en la pá- gina impresa. ¿Qué quiero decir con esto? Que las relaciones entre teoría y obra se redefinen poderosamente en esta secuencia. La teoría no funcionaba como un fetiche bibliográfico que se mantiene a salvo bajo el resguardo de la cultura académica. Funcionaba situacionalmente como un dispositivo de experimentación crítico que se jugaba en la zona de contingencia de la obra y “El marcado índice de teoricismo del ensayismo de la Avanzada, cosa que hay que agradecer, pro- duce, sin embargo, una indetermi- nación retórica: no hay fronteras claras entre posibles modos de objetivación; no se constituye un campo de disciplinas distinguibles, a saber: investigación historiográ- fica, interpretación de obras, teoría del arte, sociología, etc. … Cabe decir que la sobreinflación del en- sayismo crítico –bajo el imperativo estereotipado de la disolución de fronteras disciplinares y el recurso a la actualidad– inhibe, desplaza, subordina, los formatos académi- cos de la investigación historio- gráfica, de las metodologías her- menéuticas. Tal estado de cosas fomenta, para bien y para mal, a tí- tulo de libertad en el ensayo de ha- blas, una cierta impunidad retórica y epistemológica: proliferación de textos críticos, pero ausencia de programas de investigación, que hicieran avanzar en la constitución de campo.” Carlos Pérez Villalobos, Arte y política . Editores: Pablo Oyarzún, Nelly Richard, Claudia Zaldívar, Santiago, ARCIS / Facultad de Arte Universidad de Chile / Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2005, p. 191.
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