Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

58 sus estrategias de lenguaje para intervenir la simbólica institucional, la discursividad de los medios y sus tecnologías, la convencionalidad del signo y sus operaciones culturales. W. Thayer define un estrato primario de la Avanzada que “se sustrae a cualquier intento de repetición o secundariedad simbólica”; que es “irreductible a la simbolización”; que se ofre- ce como “resta sistemática de producción y de inscripción” 34 . W. Thayer defiende esta prima- riedad de la huella anterior a toda composición discursiva (simbolización, metaforización, ale- gorización) como testimonio mudo y desnudo de la imposibilidad de representar la siniestra des-representación operada por el Golpe. Pero las obras de la Avanzada, muy por el contrario, buscaron distanciarse de la indicialidad de la presencia (de la huella física que testimonia sin habla) recurriendo a sofisticadas máquinas de lenguaje que se distancian de lo directo y viven- cial mediante lo indirecto de sus metaforizacio- nes y alegorizaciones del sentido. Es así como el arte de la Avanzada ensayó diversos trayectos figurativos y analíticos para crear una relación heterogénea y fluctuante entre cita referencial (la violencia de la descomposición), marcas de la experiencia (una subjetividad social traumada) y vectores de legibilidad crítica (claves de descifra- miento, montajes interpretativos y políticas de la mirada). Si bien la Avanzada emerge en un paisaje de devastación del sentido, sus obras eli- gieron someter lo fragmentado y lo extraviado del paisaje humano y social a complejas poéti- cas del residuo que exceden –en sus refacciona- mientos lingüísticos, en sus rebuscamientos es- tilísticos– la mera sintomatología de “la fuerza 34 Willy Thayer, “Vanguardia, dictadura, globalización”, p. 251. “El contexto en el que la Avanza- da tuvo lugar fue el Golpe, se ha dicho, pero un golpe no puede ser un contexto. Ni siquiera para sí mismo. Y entonces se apeló a su voluntad de acontecimiento. Una voluntad que, según Willy Thayer, se habría anticipado a consumar otra voluntad que inconscien- temente lo anticipaba: la de las vanguardias. El Golpe habría sido en aquel día gris de la humanidad el retorno de lo reprimido, esto es, lo que devolvió convertido en acto aquello que en las vanguardias era pura palabra. Vengativas, las palabras comenzarían a degollar conceptos… Podríamos leerlo así, reprochar una y otra vez al Golpe y la vanguardia su voluntad común de acontecimiento, pero a la vez cualquiera sabe que un aconteci- miento carece por definición de voluntad…. Tal vez sea cierto: el Golpe devastó la representación, pero falló el día en que logramos representarnos esa devastación… Un trecho del pensamiento escu- chó el llamado. Dijo que el Golpe era el fin de toda representación, pero se le olvidó que ese fin era él mismo una representación articu- lada por su distraído enunciado. Es el comienzo del pensamiento de la indiferencia, el de las filosofías del pesimismo”. Federico Galende, Arte y política . Edi- tores: Pablo Oyarzún, Nelly Richard, Claudia Zaldívar. ARCIS / Facultad de Arte Universidad de Chile / Consejo Na- cional de la Cultura y las Artes, 2005, pp. 169-170. Lo político y lo crítico en el arte: ¿Quién teme a la neovanguardia? 2004

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