Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

52 configuraciones de sentidos que lo hicieran es- capar de la fatalidad determinista de esta me- moria siniestra de la repetición. Sólo el arte –y no el Golpe– se propuso usar recursos autocrí- ticos que invitaran a cuerpos y sujetos a aventu- rarse, libertariamente, en el incesante deshacer y rehacerse de una significación abierta al plural de las diferencias en contra de la univocidad de lo reglamentado y prescrito por la Dictadura. La Escena de Avanzada se enfrentó al de- safío de imaginar, desde el arte, una respuesta a la condena dictatorial que abriera resquicios de sentido en las entrelíneas del poder represi- vo para hacer circular por ellas ciertas partículas disidentes. Pero no le bastó a la Avanzada con transgredir el orden-de-representación de los símbolos dictatoriales que gobernaban el cuer- po, la ciudad y los medios. Quiso ir más allá de esta traslación inmediatista entre contingencia política (dictadura) y resistencia artística (mili- tancia cultural). Frente a los quiebres de la re- presentación (al desarme de las categorías y de las identidades de antes) y en medio de cómo la cultura de izquierda buscaba parchar estos símbolos rotos para recomponer imágenes de continuidad y tradición históricas, la Escena de Avanzada se preocupó de recoger aquellos fragmentos residuales que vagaban en los már- genes de las heroicas y grandiosas recomposi- ciones de la épica revolucionaria. Mientras que el arte partidario de la cultura militante recu- rría al léxico humanista-trascendente del me- ta-significado (Pueblo, Revolución, Identidad, Memoria), la Avanzada exploraba las fracciones micro-biográficas de imaginarios desintegrados para socavar con ellas las representaciones ple- nas a las que seguían adhiriendo las totalizacio- nes ideológicas del marxismo. Bastaría con este Lo político y lo crítico en el arte: ¿Quién teme a la neovanguardia? 2004

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