Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

51 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada una persistencia cruel, a aquellos cuerpos ciuda- danos reprimidos o agobiados por los violentos aparatajes sociopolíticos con los que la dictadu- ra chilena ensayaba sus límites” 22 . Para W.Tha- yer, “las prácticas disolventes del sistema-arte operadas por el CADA” en contra de la mili- tarización de los cuerpos y la ciudad, no harían más que “codificar lo que está fáctica y transver- salmente descompaginado y cismatizado en el Golpe mismo” 23 . Esas prácticas no serían más que el reflejo –o el síntoma– de la “insubordi- nación de los signos” puesta en acción por el Golpe mismo. Hay una confusión ahí entre lo destructivo (la dictadura), lo reconstructivo (la cultura anti-dictatorial) y lo deconstructivo (el arte experimental de la neovanguardia). Nada del imaginario deconstructivo que propusieron las acciones de arte de los ochenta estaba con- templado (ni podría haberlo estado) en el pro- grama destructivo de la dictadura: ni la inten- ción de desnaturalizar los signos que formaban parte de la cotidianeidad represiva para que el espíritu autocrítico de la sospecha se contagiara al resto de las estructuras de poder para socavar- las intersticialmente; ni el deseo de abrir juegos de libertades en torno a los cuerpos y la ciudad para que pequeñas utopías emancipadoras ayu- daran la subjetividad del espectador a zafarse de lo restrictivo. A diferencia de lo ocurrido con el Golpe militar que fracturó la sociedad y dislocó la historia, el arte experimental de oposición se propuso re-elaborar la fractura y la dislocación no sólo protestando contra aquel acontecimien- to dramáticamente fechado (el Golpe de Esta- do) sino recombinando sus huellas en inéditas 22 Diamela Eltit, “Cada 20 años”. Revista de Crítica Cultural N°19, noviembre 1999, p.36. 23 Willy Thayer, “Dictadura, vanguardia y globalización”, p. 254. “La retórica de la ruptura que con- lleva el acto de posicionamiento de NR, los efectos de tabula rasa que presupone, llevarán a diversos críticos y artistas a calificar la Es- cena de Avanzada como “cómplice del régimen militar”, a reconocer en ella “una cierta solidaridad ma- nifiesta –aun si fuese por vía de re- sistencia– con el discurso de la re- fundación de la historia nacional”. Y, sin embargo, contra estas lectu- ras, habría que observar con deten- ción los efectos de ruptura que la acción de posicionamiento de la Avanzada destaca … Así, respec- to al modernismo utópico que las vanguardias de los años sesenta reivindican como proyecto revolu- cionario, habría que observar que el modernismo de la Avanzada si bien comparte el gesto vanguardis- ta de ruptura con la tradición, este gesto de ruptura se constituye, sin embargo, como un gesto que bus- ca romper, a su vez, con la matriz utópica del modernismo vanguar- dista de la década del sesenta. Se trata de una diferencia mínima, pero absoluta, de una diferencia o espaciamiento interior a la propia tradición del modernismo”. Miguel Valderrama, Modernismos historiográficos . Santiago, Palinodia, 2008, p. 125.

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