Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

50 encarga muy luego de reencuadrar a la sociedad chilena mediante la dicotomía orden/caos para prohibir estrictamente toda salida de marco que llamara virtualmente a la desobediencia. Sólo es posible evocar la escena de la dictadura como una escena sin armadura (“Seis años de desplie- gue de la fuerza sin ley, sin marco, despliegue que instala el no marco de la globalización; seis años de represión sin represión... porque el Gol- pe, lo sabemos ahora, preparó el desborde defi- nitivo de todo marco, incluyendo el de la dicta- dura” 20 (W.Thayer), omitiendo de sus líneas de refundación la inflexible representacionalidad del poder que nos impuso su rigidez del encua- dre como formato de obediencia total. En sus textos de sociología cultural sobre el autoritarismo, J.J. Brunner nos decía que el régimen militar conjugó sus efectos de disci- plinamiento social bajo la doble consigna de la “modernización” (el mercado, la televisión) y la “represión” (la censura, la persecución). El golpe dictatorial es leído por W. Thayer en la dimensión de “modernización” que impulsó el sistema neoliberal, como la “inmersión del mar- co en la circulación sin marco” 21 de la disolvente lógica mercantilista del capitalismo transnacio- nal. Pero el texto “El Golpe como consumación de la vanguardia” no recuerda suficientemente la cara oculta de la “represión” militar que, por ejemplo, dibujó una ciudad del cerco territo- rial, de la vigilancia y del arresto domiciliarios, contra la cual las intervenciones urbanas de los años ochenta, en especial las del CADA, busca- ban “instalar una nueva circulación cuyos flujos removieran el militarismo que controlaba, con 20 Ibídem. 21 Willy Thayer, “Del aceite al collage”, p. 51. Lo político y lo crítico en el arte: ¿Quién teme a la neovanguardia? 2004

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