Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
28 La cantidad de fracturas producidas en el Chile post-golpe afectó no sólo el cuerpo so- cial y su textura comunitaria, sino también las representaciones de la historia aún disponibles para un sujeto quebrantado en su memoria y su identidad nacionales. Ya no quedaba historia ni concepción de una historicidad trascendente que no estuvieran enteramente socavadas por la revelación del fracaso o del engaño. Ni la cruel historia oficial de los dominadores ni la doloro- sa historia contra-oficial de los dominados (una historia construida –éticamente– como reverso, pero igualmente lineal en su simetría invertida si no logra descentrar su narrativa emblemáti- ca) eran ya capaces de orientar al sujeto cultural hacia una coherencia de sentido o finalidad de interpretación. La Escena de Avanzada surge en la brecha de dolor e insatisfacción dejada entre estas dos historias que se disputan un presente fracturado: entre la oficialidad represora de la historia dominante por un lado y, por otro, la historia en negativo de sus víctimas cuyo relato nacional-popular exhibe una monumentalidad de la resistencia que oculta las fisuras y desechos del sentido. Es esta brecha la que marca la sin- gular posición de descalce que ocupó la Avanza- da en el campo de recomposición sociocultural chileno. Por supuesto, el arte de la Avanzada se pronunció en franca contraposición al régimen militar pero, a la vez, se ubicó en una marginali- dad polémica –de lenguajes y estilos– frente a las organizaciones militantes de la cultura oposito- ra. Heterodoxo en sus desmontajes de signos, el arte de la Avanzada no les resultaba funcional a los bloques de recomposición democrática que armaban el circuito anti-dictatorial de las coor- dinadoras culturales, de las agrupaciones parti- darias y de aquellos centros de estudios alterna- tivos que, a partir de los ochenta, elaboraron sus diagnósticos sobre cultura y autoritarismo. Introducción a “Márgenes e Instituciones”, 1986 “El libro de NR, me parece, intenta formalizar una historia “otra”, en verdad casi una histérica o neu- rótica memoria, inaugural en el campo visual chileno. Sería lícito pensar, según el orden del discur- so, que la autora del libro actuaría como madre o como padre. Yo más bien me ciño a otra alternativa, pienso en realidad en un idéntico movimiento, es decir, el mismo movimiento que realizan las obras, es decir la instancia productiva de la propia y atávica fundación. Fun- dación enmascarada y encubierta en la obra de los artistas. Creo que aquí anuda la fascinación y la repulsión que pudiera provocar este libro. El terror del libro que ofrece en discursos, en imágenes, la imagen descascarada de sucesi- vas fecundaciones paródicas, elíp- ticas de padre y madre pero que, no obstante, rasguñan los bordes, acosando la escritura que puntean estas obras filiales”. Diamela Eltit, Márgenes e Institucio- nes , Santiago, Metales Pesados, 2007, p. 160.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=