Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

230 Conversación entre Diego Parra y Nelly Richard, 2019 divergentes habría permitido comprender que la Avanzada, más que ilustrar el modernismo de la Vanguardia, ocupó su cita como una zona de desensamblajes (históricos, políticos y estéticos y, también, genérico-sexuales) para torcer con ella el linaje paterno Modernidad-Vanguardia sobre el cual tanto se ha insistido. Mirando hacia atrás, salta a la vista que el campo de discusiones y polémicas en torno a la Escena de Avanzada ha sido mayoritariamente dominado por “hombres” y creo que la única en advertir este hecho ha sido D. Eltit. Podría leer- se – feministamente – esta vigilancia normativa y correctiva ejercida sobre Márgenes e Instituciones como la demostración de una autoridad mascu- lina a la que le es incómodo que, en el caso de la Escena de Avanzada, sea una autora “mujer” la que vio depositado en ella el “poder-de-dis- curso” (P. Oyarzún) 24 que suele atribuirse a lo masculino como único depositario y garante del saber autorizado. Como trato de evitar siempre el reduccionismo biológico-sexual, recurro a la prevención anti-naturalista de poner entre co- millas a las categorías “hombre” y “mujer” para no confundir el soporte anatómico de los cuer- pos con las posturas de enunciación, identidad y discurso. ¡Desde ya el campo de la historia del arte que está hoy poblado de investigadoras “mujeres” continúan sosteniendo una relación de desconfianza hacia Márgenes e Instituciones ! Resulta curioso que las imbricaciones de la di- ferencia sexual, tal como fueron convertidas en problemática estética y en operación crítica por la Escena de Avanzada, sigan pasando más bien desapercibidas. Quizás haga falta para remediar esta omisión que la historia del arte dialogue más activamente con la teoría femi- 24 Pablo Oyarzún. Márgenes e Instituciones , p. 165.

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