Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

223 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada hacerse notar en cómo dialoga armoniosamente con la tradición. DP : Cuando hablas de lo importante que es que la disciplina historiográfica sea capaz tam- bién de “auto-investigarse” y esclarezca sus propios “supuestos enunciativos”, es decir, las condiciones de posibilidad del saber (reconocer entonces, su carácter discursivo), surge inevita- blemente un vector crítico que has trabajado desde principios de los 80, y es el feminismo. Estas “nuevas” miradas de la historia del arte antes mencionadas, que buscan reforzarla me- diante la interpelación directa a la Avanzada en tanto que discurso de poder, curiosamente han ignorado de su análisis los elementos que la propia historiografía del arte feminista ha incorporado a su repertorio analítico. Tal como sostiene Griselda Pollock: “ Las intervenciones feministas demandan el re- conocimiento de las relaciones de poder entre los géneros, haciendo visibles los mecanismos del poder masculino, la construcción social de la diferencia sexual y el papel que desempeñan las representa- ciones culturales en esa construcción ” (Pp. 34). En este giro documental, altamente sospe- choso del poder que ejerce el discurso crítico sobre las obras, poco se ha reflexionado sobre el modo en que el discurso de la Avanzada fue construido desde un lugar femenino que ten- sionaba tanto la hegemonía del discurso filo- sófico, como la de las ciencias sociales, ambos campos universitarios dominados por la pre- sencia masculina. Y asimismo, a una historia del arte que en su reserva disciplinar apela fi- nalmente a la autoridad para instalar un regi- men de verdad normado (que sería una expre- sión más de lo que Donna Haraway denomina “régimen falogocentrista”).

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