Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
218 brir como fuentes de nuevas investigaciones) del “discurso”: un discurso crítico que, al parecer, debería ser parcialmente omitido y, sobre todo, superado por una generación de nuevos saberes académicos idealmente neutrales. Lo que está en cuestión en el comportamiento editorial del CEDOC no es solo la pregunta de cómo tra- ducir la experiencia vital (el pasado histórico del arte crítico de los ochenta) a producción de da- tos (su reconstrucción historiográfica mediante fuentes testimoniales y documentales) sino una disputa en torno a la relación entre memoria y archivo por un lado y, por otro, entre escrituras teóricas desafiliadas (las de la Escena de Avanza- da) y afiliaciones disciplinares (la historia del arte como nuevo marco académico susceptible de registrar y clasificar datos). Por supuesto que el funcionamiento del CEDOC es, a su vez, par- te de una coyuntura transicional que esperó de las instituciones políticas, sociales y culturales que estas garantizaran un equilibrio normaliza- dor para disipar lo antes posible los recuerdos más controversiales del pasado (unos recuerdos en litigio susceptibles de complicar un presente neoliberal que se quiere sin adherencias traumá- ticas), reinstaurando conductas, vocabularios y procedimientos regulares que le resultaran fun- cionales al molde del consenso. Desde su lugar y a su modo, el inconsciente político-transicional del CEDOC colaboró con este régimen de apa- ciguamiento de aquellas memorias críticas que generaban disturbios, profesando un reordena- miento normalizador del pasado del arte bajo dictadura. El proyecto editorial del CEDOC sobre el arte crítico-político de los ochenta in- siste en que los nuevos textos sobre el período se remitan a “las fuentes primarias” como datos verificables para restituir, metodológicamente, la certeza de la prueba (“fecha, título y autor”) y levantar así la objetividad del conocimien- Conversación entre Diego Parra y Nelly Richard, 2019 “La reedición de M & I, podría funcionar como la resucitación de un muerto venerable y el ries- go consiguiente, a saber: que la investidura mítica ganada por la obra quedara rebajada (rebajada como el gris de su nueva portada) al proponerla a una lectura actual. Podría ocurrir sin duda. Sin embar- go, la reedición de M & I es en ver- dad una nueva edición, otro acto editorial de NR en el que otra vez la autora toma la delantera, agre- gando al final de este nuevo libro el conjunto de lecturas que el texto inicial recibió contemporáneamen- te, en el contexto de un seminario que se hizo con ocasión de la pu- blicación de 1986. Así, esta nueva edición devuelve premeditadamen- te el texto a la historia, es decir, a la trama polémica de su gestación. La actualidad de esta reedición viene propuesta, entre otras cosas, por ese gesto –a mi modo de ver decisivo- de incluir en el libro la actualidad de su recepción prime- ra, de abrir, de sacar del olvido, el archivo de su vida inicial… La re- edición contiene, pues, las lecturas críticas –discretas, reticentes, más bien disfóricas que entusiastas- que el libro recibió antes, diríamos, de su estereotipación mítica. De tal modo, la decisión de reeditar este libro con el agregado funda- mental de ese apéndice tiene el mérito de, al revés de reforzar sus ínfulas y confirmar lo consabido, proponerse a la lectura despojado de la imposición canónica.” Carlos Pérez Villalobos, Presentación a la segunda edición de Márgenes e Instituciones , noviembre 08 de 2007, Museo Nacional de Bellas Artes, San- tiago de Chile.
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