Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

215 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada por garantizar un cierto coeficiente de Verdad (con mayúscula) que estaría presente en los do- cumentos, y no así en los discursos, que habrían secuestrado a las obras de la Avanzada en torno a coordenadas de interpretación invariables. Sin ir más lejos, el lenguaje al que se recurre posee un carácter policial y forense, que demarca el territorio de la Avanzada como un yacimiento que debe ser cuidadosamente manipulado para evitar contaminarse de “la crítica cultural” o cualquier otro dispositivo analítico que descen- tre a la historia del arte. El documento entonces adquiere una valoración neutral, despojado de su propia historicidad o “fortuna crítica”, que como sabemos, es aquello que constituye final- mente el sentido de este. No hay sentido origi- nal en las obras, ni la intención del productor es necesariamente aquello que se articula en la lectura del otro (no hay transferencia directa del significado), puesto que todo significado se construye en la medida que es socializado a tra- vés de un ejercicio de interpretación o lectura. Tal como señala Gómez-Moya, en su ensayo “Hegemonía y visualidad”, la Avanzada pareció construir un “espacio documental desobediente” (pp. 62), pues no organizó su acontecer desde el registro meticuloso y “neutro” de sus acciones, sino que trabajó poéticamente los vínculos entre documento, pasado y verdad, de un modo que parece actualizarse constantemente al revisar las obras y textos de la época. En este sentido, la policialidad de la lectu- ra historiográfica que propuso el CEDOC en su concurso, busca separar la relación que exis- tió entre práctica y teoría en el contexto de la Avanzada 17 , para dar paso así a la “postergada” 17 Tal como apunta Pablo Oyarzún: “El segundo [intento del trabajo de N. Richard] es la transformación efectiva de un seg-

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