Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

209 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada pleados (incluso contradictorios entre sí) que componen esta definición suya haría esperar que Federico pudiese mencionar hoy a la Avan- zada en términos menos despectivos que los usados por él cuando habla de “una referencia medio deprimente que tienen estas vanguardias en la dictadura que trabajan con códigos, con indicios, pero todo esto entre siete u ocho gatos … pensando que lo que hacen era relevantísi- mo” 13 . En esta entrevista, Federico se manifiesta a favor de lo “comunicativo” 14 , en contra de las tediosas escrituras “encriptadas” que caracteri- zaron a la neovanguardia local. Resulta curiosa esta defensa de lo “comunicativo”, porque Fede- rico sabe mucho de literatura y de escritura… Es una defensa que entra en una complicidad demasiado fácil con quiénes hoy celebran el im- perio denotativo de un lenguaje simple y direc- to. Federico se instala ahí en una posición inver- sa a la que adopta M. Valderrama cuando defiende lo que él llama las “escrituras del secre- to”: unas escrituras que no se avergüenzan de la complejidad de sus modos de decir y pensar sino que, más bien, valoran dicha complejidad como vuelta (y revuelta) de las palabras y los conceptos en contra de la ilusión de transparen- cia del decir práctico en la sociedad neoliberal. A las escrituras teóricas locales surgidas en tor- no a la Avanzada se les acusa de “criptográficas” por la atención que colocan en los artificios re- tóricos de enunciación y discurso. Las taquille- 13 “Federico Galende: Una historia política del arte chileno”, Re- vista Palabras Públicas , Santiago, Universidad de Chile N. 14, San- tiago, p. 6. 14 “Cuando llegué tuve un acercamiento a las formas en que se escribía, que eran las formas, por ejemplo, de Patricio Marchant, de Pablo Oyarzún, de Nelly Richard, de Diamela Eltit, y me pa- rece que esas escrituras eran todas diferentes, pero que estaban todas encriptadas, que eran escritas para no ser leídas… Desdeña- ban la comunicación y yo tengo una fascinación por el problema de la comunicación”. Ibid. “Tengo que enfatizar de manera especial que NR se negó desde siempre al espejismo de la trans- parencia. Su política con los signos no abandonó la tarea semiótica de diseminar y torcer los ejes de nor- malización discursiva. Así se cons- truyó la extrañeza de su propuesta que iba a generar décadas de apre- cio pero también de resistencia a su discurso”. Diamela Eltit, Revista Taller de Letras Nº 54, primer semestre 2014. Pontificia Universidad Católica, p. 141.

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