Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

199 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada ducción y consumo culturales que ya FLACSO y CENECA estaban delineando como un anti- cipo certero de lo que vendría después: la siste- matización, durante la transición, de un aparato de “políticas culturales” e “industrias culturales” destinadas sobre todo a la difusión y el consumo del arte y la cultura entendidos como “bienes” o “servicios”. La tensión entre las escrituras de la Escena de Avanzada y el discurso de las ciencias sociales se debió, más que nada, a esta voluntad normalizadora de “integración” (que, después, tomaría la forma del “consenso”) con la que la sociología cultural castigaba a aquellas prácti- cas más refractarias: unas prácticas que, en el caso de la Avanzada, cifraban “el temblor del acontecimiento estetizado” (Gonzalo Muñoz) en un arte que no quería rendirse a los “criterios cuantitativos de recepción o masividad que, bajo la máscara de un sociologismo funcional, repro- ducen la lógica de la dominancia” 10 . Chile vive , realizado en Madrid en 1987 (con CENECA de co-organizador oficial) fue el primer evento internacional que implementó el diseño de las políticas culturales de la transición, descartan- do las memorias disconformes y reforzando el cerco de aislamiento en el interior del cual les convenía a estas políticas encerrar la aventura disruptora de la Escena de Avanzada como si fuese un simple “paréntesis” (P. Oyarzún) que no debería seguir incomodando el curso regular de la historia del arte y de la crítica naciona- les. En los ochenta, CENECA había publicado varios “cuadernos de trabajo” (cuyo aporte fue, sin duda, valioso) que reflexionaban, desde el campo de la oposición, sobre arte, movimiento social y cultura popular 11 . Salvo en el caso ex- 10 Gonzalo Muñoz, “Manifiesto por el claroscuro” en Márgenes e Instituciones , pp. 168-169. 11 El texto “CENECA: un proyecto editorial de la contracultural” de S. Valenzuela aporta varios elementos de comprensión del rol “La producción artística como toda creación intelectual no sólo tiene que construir su objeto, sino tam- bién su público: el lector. En esta constitución de lo “social”, NR subvalora el mercado. Vivimos un proceso de modernización capi- talista (por heterogéneo que sea) que implica la profesionalización del artista en tanto especializado. Pero además, y sobre todo, implica la capitalización de la producción cultural: en el mercado, la obra de arte es una mercancía y el artista un competidor respecto de los otros artistas. Que hablemos de “producción” y “consumo cultural” señaliza que no podemos analizar la relación de arte y sociedad sin referirnos a la racionalidad del mercado y los circuitos comercia- les (recuerdo los estudios de CE- NECA sobre los distintos rubros de la “industria cultural”).” Norbert Lechner, Márgenes e Institu- ciones , Santiago, Metales Pesados, 2004, p. 152.

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