Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada

195 Reescrituras y contraescrituras de la Escena de Avanzada tradecir el diseño de ciertas constelaciones de obras, etc. Es cierto que resultaría “autoritario (de parte de la autora) reducir la posibilidad po- lítica y de testificación de estas constelaciones de obras (de la Avanzada), al canon de Márgenes e Instituciones ” 9 . Pero el tono de Willy me sonó a su vez “autoritario” al pretender que su “ ya nada vale ” se instalara, refundacionalmente, como el nuevo “estado de excepción” que buscaba colo- car bajo interdicto a todas las operaciones de la crítica. Nada de todo esto, en todo caso, modifi- ca la opinión que tengo sobre el enorme valor intelectual de Willy. DP : Pensando en los modos en que la Avan- zada ha sido integrada en la historia del arte local, han existido distintas formas en que las re-escrituras y apropiaciones operan, modos que no solo difieren en sus metodologías, sino que en sus propios marcos de comprensión. En la actualidad, surge una disputa discursiva en- tre las textualidades asociadas; por un lado, con la literatura, la teoría del arte, la filosofía y los estudios culturales; y por otro, con las ciencias sociales, sin embargo eso es algo que también estuvo presente en los ochentas. La producción estética fue en ese entonces el objeto de una tensión crítica entre la proliferación de signos (y temporalidades) que promueve la mirada “ar- tística”, y el funcionalismo sociológico que pre- fiere analizar esto como “expresiones culturales”, y por lo tanto, síntomas o indicios de procesos sociales ya sancionados o en curso. El CADA anudó problemáticamente tales frentes y explo- tó dichas contradicciones de modos excepcio- nales (probablemente, ahí es donde radica su interminable potencial disruptivo en el presen- te). Sin embargo, quisiera saber más en general 9 Willy Thayer, El fragmento repetido , P. 70. “Es por esto que 1987 es el docu- mento de otros documentos, los que contribuyen a una genealogía no-correlacional de años. Entre ellos, los que se asociaron con una serie de formatos de escribir la relación entre la política y el arte o mejor dicho entre cierta política y cierto arte; entonces, entre la política y el arte de cierta “izquier- da”. Ahí, en ese reducto, es donde se suscitó el auge de una hetero- génea generación de textos que podemos verificar a medio camino entre la promiscua editorialidad de artistas y escritores, y esas otras firmas … que se sostuvieron en el tiempo bajo la consigna de la Es- cena de Avanzada y de M & I de NR. Escrituras sinuosas, además, que poco tiempo después, una vez superada la marginalidad editorial, comenzaron a rondar la internacio- nalización del trauma en sendos eventos como fueron Chile Vive (1987) y Cirugía Plástica (1989), los que buscaron cancelar defini- tivamente la década con su efecto transformista, y de paso conceder una democrática concordancia entre arte y política pero, al mis- mo tiempo, dejar en suspenso la cuestión política de una izquierda pasmada frente al arte”. Cristián Gómez Moya, Hegemonía y visualidad (1987/2017) . Santiago, Pali- nodia, 2019, pp. 37-38.

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