Reescrituras y contraescrituras de la escena de avanzada
170 minado (no sólo el espacio público, en varios casos, sino un museo o una galería) para alterar su diagramación del espacio con una micro-po- lítica de la intervención. Se pierde, entonces, el modo de comprobar cómo estas “obras”constru- yeron su radicalidad estética ocupando super- ficies y materialidades, tensionando soportes y técnicas, cuerpos y formatos, alternando –en un caso como el de C. Leppe– lo performativo con lo objetual. El recorte fotográfico de “El Per- chero” en la exposición Perder la forma humana –y su cambio de escala de lo tridimensional a lo bidimensional– nos demuestra que, además de la proliferación de sentidos que tomaban cuer- po sorteando los límites de la censura en una galería de Chile a fines de los setenta, lo que se vio afectado en Perder la forma humana es la experiencia sensorial y perceptiva de la obra. Algo así planteaba Caroll Armstrong, al recor- dar “la dimensión material de un objeto” que se ofrece como “ lugar de resistencia de lo irreducti- blemente particular, de lo subversivamente extraño y placentero ” como algo que funciona “al menos virtualmente, como un fondo de oclusión den- tro del suave funcionamiento de los sistemas de dominación incluidos el mercado: ... un fallo en la web mundial de imágenes y de representacio- nes” cultivada por los archivos 23 . Releer los archivos del pasado desde su capa- cidad para anticiparse al futuro. El proyecto curatorial de Perder la forma hu- mana tuvo la capacidad de fomentar el encuen- tro de materiales de archivos hasta entonces inexplorados y, sobre todo, de armarse como una 23 Caroll Armstrong, revista Estudios Visuales Nº I, Cendeac, Murcia, noviembre 2013, p. 85. Archivos de arte chileno, memoria y resistencia crítica, 2007
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